Dignidad residual

(Senecio Loserman)

Doblegada la duda
me di a medir los excipientes
del exceso, sin descartar nada.

Hay que despojarse de todo
lo superfluo, para elevar el alma
a su máxima expresión
sin que se apelmace ni zozobre.


Librarla de palabras torpes o dudosas:
librarla de palabras para que pueda
reiniciarse desde su propio ritmo

(el alma es una condición rítmica, 
está vibrando a una frecuencia: 
algunas vibran alto, otras tan bajo
que resulta imposible percibir)

“el ritmo es algo más profundo
que las palabras”

El ritmo es, las palabras pasan.


II
No quise apaisanarme,
sofrené mi frenesí
y enrabolé mi copa 
ya vacía de adjetivos  (pero 
coposa desde otra perspectiva
y copiosa en una versión alternativa
del paisaje)

El paisaje puede cambiar -hay pliegues-
adaptarse al ritmo o replegarse sobre
sí, y descartar cambios.

No tengo cambio:
El paisaje siempre contiene 
otros paisajes, para el observador
apasionado y avezado.

Muchos no lo ven, son parte
del paisaje:

Para el que mira sin ver
todo es digno de no verse.

Cuando llega el verano
descubren la primavera,
piensan en noviembre:
piensan en noviembre
y aprontan su equipo veraniego.

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