(Senecio Loserman) Doblegada la duda me di a medir los excipientes del exceso, sin descartar nada. Hay que despojarse de todo lo superfluo, para elevar el alma a su máxima expresión sin que se apelmace ni zozobre. Librarla de palabras torpes o dudosas: librarla de palabras para que pueda reiniciarse desde su propio ritmo (el alma es una condición rítmica, está vibrando a una frecuencia: algunas vibran alto, otras tan bajo que resulta imposible percibir) “el ritmo es algo más profundo que las palabras” El ritmo es, las palabras pasan. II No quise apaisanarme, sofrené mi frenesí y enrabolé mi copa ya vacía de adjetivos (pero coposa desde otra perspectiva y copiosa en una versión alternativa del paisaje) El paisaje puede cambiar -hay pliegues- adaptarse al ritmo o replegarse sobre sí, y descartar cambios. No tengo cambio: El paisaje siempre contiene otros paisajes, para el observador apasionado y avezado. Muchos no lo ven, son parte del paisaje: Para el que mira sin ver todo es digno de no verse. Cuando llega el verano descubren la primavera, piensan en noviembre: piensan en noviembre y aprontan su equipo veraniego.