(Serafín Cuesta)
Los reyes son los padres,
me dijo un compañero de trabajo.
Me dejó pensando, lo consideré
como posible, hasta que al fin
lo descarté:
Si fuera así, yo sería un príncipe,
y eso sí sé que no soy.
Así que deseché esa idea absurda
y seguí trabajando como si nada.
¿Dónde se vio a un príncipe que
trabaje?
No se lo discutí, hay que respetar
los pensamientos y creencias ajenos:
Todos tenemos derecho a pensar
y profesar ideas absurdas.