Virtudes y bríos

Los víveres ya están muertos

Celebremos la muerte

Podemos elevar una oración :

orar  y  devorar

-la vida, siempre dependió de la muerte-

 

Podemos celebrar la condición poética, que

es parte de la realidad, como la función metabólica

y la biodiversidad   -que nos exime de tener que comernos

entre nosotres-

 

Podemos  mantener diferencias y mantener relaciones

en distinto orden, en virtud de la división divina

y compartir aspiraciones, dudas y penas:  la realidad nos une

ante la virtud ajena.

 

No hay nociones acabadas,  la virtud  y la verdad

son parte de la vida, tres condiciones perecederas.

 

Las virtudes no son para cualquiera:  el término virtuoso

remite a la excepción,  alguien que se diferenció  -se reconoce

y es reconocido, en virtud de esa diferenciación-

 

Podemos mantener diferencias en cuanto al significado

de la virtud, al reconocimiento de la verdad, su valor relativo

y a la percepción del verdadero virtuosismo, pero quien posée

alguna virtud tiene el deber de desarrollarla, así como el que

tiene una misión no puede descansar hasta cumplirla.

 

Sólo aquellos sin una clara misión en este mundo,  y ajenos

al goce de las virtudes reconocidas,  podemos aventurarnos en

el ejercicio de ciertas libertades, como cultivar especies extrañas,

desarrollar aspiraciones inútiles o entregarnos a hábitos opinables

como permanecer ociosos o hacer cosas sin sentido, por el mero

placer de alterar el orden, reflejar las distorsiones íntimas

del paisaje que nos reproduce, como virtuales excedentes

de un orden provisorio,  provisto  y  opinable.

Me alegro

Me alegro
de poder cambiar unas palabras
-ya que no puedo cambiar de piel
ni puedo cambiar el mundo-

Me alegro,
de poder cambiar unas palabras:
conmigo.

Me alegro de comprobar que
estamos solos,
y nadie nos fatiga ni reclama.

Me allano en esta silla,
de espaldas a la luz,
ante lo vano del destino
de todas las palabras,
que llegan a destino.

Me alegro de exceder,
en todo mi carácter de miembro,
sin otra aspiración a compartir.

Me alegro de alegrarme, a mi
pesar, y a cuenta de todos los
pesares precedentes y futuros.

Me alegro sin mesura.
Me alegro sin motivo.
Me alegro -como cualquier vecino-
de estar y de incurrir
y compartir la primera persona
del plural sin ninguna aspiración
y sin otro particular.