(Ricardo Mansoler) "La Naturaleza ama ocultarse" Heráclito ¿Cómo gestionar la transparencia? Para ser honestos, habría que sospechar de aquellos que prometen gestiones transparentes, en todos los ámbitos de la gestión humana, sea política, poética, económica, o metafísica. Estamos lejos de ser transparentes, y hay poco para decir de los seres transparentes: casi no los conocemos. La transparencia del aire, oculta más de lo que se ve. Sabemos que puede haber seres invisibles, como que existe la invisibilización. ¿Es lo mismo ser transparente que invisibilizarse? ¿Cuál sería la opción más civilizada? II Más allá de las respuestas posibles, lo cierto es que pasan muchas cosas en el aire y una buena parte permanece fuera del alcance de nuestra gestión cognitiva. Incluso, cosas más interesantes que pretender transparentar gestiones o gestionar los vocablos para producir discursos atractivos como éste. Por ejemplo, hay aves que pasan su vida volando. El 90% de su tiempo transcurre en el éter. Seres que duermen mientras vuelan y viceversa como el vencejo, parecido a una golondrina. Algo envidiable para nosotros, que a duras penas logramos volar en algún sueño o aspiramos a ganar altura leyendo poemas (o en su defecto, escribiéndolos) III El problema de la transparencia en la gestión poética, es que no produce resultados de mayor interés. Algunos lo intentaron, sin mayor fortuna: Sólo consiguen decepcionar al lector, que espera algo que lo conmueva, lo inquiete, lo sorprenda o al menos, lo entretenga. El poema, como toda creación, es un artificio, un invento: un objeto que contiene diversos elementos, vinculados con algún criterio estético y no puede surgir de ninguna transparencia. No hay ideas, imágenes, sonidos transparentes. Menos aún, palabras: ni la palabra transparente lo es. (Sí, las palabras mienten, es algo constitutivo y sin esta función, el lenguaje no sería posible, ni tendría sentido) IV Este conocimiento, sea tal vez lo que impulsó a un conocido poeta a llevar la idea hasta sus últimas consecuencias, para elevarse en busca del más alto grado de pureza: El poema transparente, que lograba la invisibilidad pero era casi ilegible.
Archivos Mensuales: mayo 2022
Un yuyo en flor
(Epifanio Weber) Un yuyo en flor entreverado en la maleza urbana. Asoma indiferente al tráfico de cuerpos, bienes y servicios: sujetos móviles, dudosos y difusos que agitan el paisaje natural de la maleza urbana. Un yuyo en flor, apenas elevándose del suelo entreverado entre las formas superiores de maleza humana.
El primer cambio (el cambio original)
(Amílcar Ámbanos) ¡Hay que castrar al unigénito! Dijo una voz popular. No, con degollarlo es suficiente, contemplaban otros. Había más propuestas en el mismo sentido, pero de distinta intensidad. Algunas más condescendientes o contemplativas: ¡Que se le desendiose! Propuso un descendiente. Otro sugirió: Hay que torturarlo hasta que confiese y escupa toda la verdad. ¡Hay que acabar con las supercherías! En ese clima, era difícil acordar y obtener consensos. Hubo otras mociones más extremas, que es preferible no reproducir por cuestiones éticas, estéticas y económicas (aunque la conjunción de estos términos resulte extraña) Era previsible que el desenlace no podría ser feliz para el acusado, sospechoso, o acusado de sospechoso. La animosidad, la crispación y la excesiva carga emotiva, como es sabido, nunca producen buenas decisiones. Sólo Dios conoce el motivo de sus decisiones; sólo El sabe lo que hace: Nosotros sólo podemos obedecer, pero a la luz de los hechos resulta claro que un pueblo que se sabe elegido, difícilmente admita ni contemple su fracaso… En tales condiciones, sólo cabía esperar un milagro, aunque no había tiempo para milagros; los ánimos estaban caldeados y el destino parecía estar echado. Pero un dios, nunca está solo, aunque sea único en su especie en todo el espacio sideral. Si alguien podía hacer algo por El, ese era el diablo. Y lo hizo: Escaneó una réplica del cuerpo divino, para que asumiera la condena inexorable. Luego, supo aprovechar la confusión reinante en el reino del Señor, y la sustitución pasó casi desapercibida. El cambio resultó, y salvó al Salvador mientras todos juntos festejaban el supuesto triunfo de la justicia. El cambio funcionó, pero detrás del cambio estaba el Diablo, su mentor: He aquí que era éste el verdadero salvador. Aquel, en su humildad infinita, no pudo menos que reconocer su deuda: El Diablo, no sólo lo había salvado de una muerte, tal vez definitiva, sino de algo peor: el descrédito popular. Ahora, volvería, resurrecto y completamente empoderado… “Te debo la vida, no sé como pagarte” El diablo sonrió con un dejo de sarcasmo mientras le ofrecía un cigarrillo importado: “Tranquilo, no me debés nada, si no nos damos una mano entre nosotros... Ya arreglaremos cuentas, hay tiempo de sobra...” (De "Los verdaderos evangelios apócrifos")
Alambiques
(Ricardo Mansoler) Cuánto alambique que no se comunica, cuánto alambique sin un que, un aunque o un tal vez. No es común al arte la comunión de penas, alambicado o austero no es común ni natural como la pena sana. El manco estira su muñón y el pan se cae, no hubo milagro. Todos los cuerpos caen, sin pena ni gloria, se malogran. Descaecen a medida que discurren sobre las alcantarillas y las horas. Hoy no está de moda hablar del tiempo, el tiempo escasea por el desarrollo de las comunicaciones. El exceso de intercambio nos hace más veloces en la práctica del sexo virtual, pero hay que acicalarse. Cuánto alambique languidece en soledad, por no poder compartir la envidia. El arte sana, aunque sea ajeno al sujeto alambique y al sujeto alambicable. El arte sana, más no subsana la falta al que comete. Una pena, en su unidad, no naufraga ni se ahoga en tal o cual tisana.
Yo visité a Nímedes
(Dudamel Rambler) Hola, Nímedes… Ah, sos vos… No me despiertes ni me desveles, dejame que duerma sobre mis laureles. Perdón, no estaría viendo ninguna planta… Lo esencial es invisible a los ojos, como dijo el príncipe. El Principito… Odio los diminutivos, ya deberías saberlo, chiquito. Lo siento, no era mi intención perturbar tu sueño. ¿Qué sueño, pelotudo? Dijiste que dormías… Ni me desdigo ni me contradigo. Dormir, no es soñar ¿Hace falta que te explique la diferencia? ¿Hace falta explicar que es una metáfora? No, faltaba más… Sí, falta mucho, corazón, pedazo de mamífero ¿Quién sos vos para determinar lo que falta o no falta? Bueno, es un formulismo, no era la intención; no lo pensé en ese sentido. ¿Qué sentido? Yo no siento nada… ¿Desde cuando pensás? ¿Sabés lo que me importan tus fórmulas? No importa, sólo pasé a saludarte. Si preferís me voy. Tus deseos son órdenes. ¿Y quién creés que sos para decidir lo que son mis deseos? ¿Qué podés saber vos de eso? Si alguien puede decidir cuáles de ellos son órdenes, y ordenar en consecuencia, soy yo. Y si quisiera echarte, ya lo hubiera hecho, cosita… De acuerdo. Entonces, no te es indiferente mi presencia… No, ni eso. Te faltó decir en qué puedo servirte. Pero te entiendo, pequeño renacuajo, las musas sabemos que somos irresistibles. No es nuestra voluntad despertar deseos inferiores que nos exceden… Estamos más allá de eso, somos algo más que un cuerpo perfecto, aunque no creo que lo entiendas. Entiendo, entonces me quedo… No, no entendiste: Ahora vestite y andate. *** De "El amor, un sentimiento inexplicable entre otros"
Como moscas
(Ricardo Mansoler) Gozamos de 17 millones de moscas por cada mortal de los nuestros. Gozar es un decir, admitiendo que muchos podríamos no gozar tal compañía y en ese caso, sería un goce involuntario, con lo que no se cumpliría en plenitud la propiedad del goce, según su condición semántica. Podríamos reemplazar el verbo: Disponemos de 17 millones de moscas, como para que cada cual disponga a gusto. Las moscas no se alterarían por el cambio, y seguirían gozando de sus funciones. Pero no, no es demasiado preciso el número: Los promedios son siempre engañosos, y hay una buena parte de la opinión pública que habita en zonas frías, hostiles a los hábitos del múscido. Luego, la cifra disponible para quienes gozamos de su presencia, sea o no verificable el goce, es sensiblemente mayor: Podrían ser 30 millones, o 40: casi la población argentina… Ignoramos cuantas moscas dispone el argentino medio. Los argentinos ignoramos muchas cosas, además de esa, y así nos va… Alguien que ignoro, creo que extranjero, descubrió el anagrama: argentinos ignorantes. Lo conocí por Borges, que solía citarlo. (Hay quienes gozan con estos juegos pueriles, tal vez por la incapacidad de gozar de sus moscas, o como ellas) II Volviendo a las moscas (siempre vuelven, son una presencia recurrente) el problema de la superpoblación es bastante antiguo: Tal vez no sea correcto el término, ya que no sabemos cuantas necesitamos ni cual sería la cantidad razonable, libre de excesos. Sí sabemos que son necesarias, cumplen funciones útiles para el equilibrio ecológico y son parte de la cadena alimentaria. Sabemos, también, que son mucho más antiguas que nosotros y son muchas más. Hubo un momento histórico, que todos conocemos, aunque en forma parcial. Esto es, el Gran Diluvio Universal y el Arca salvadora donde Noé, cumpliendo la orden emanada por su Creador, dispuso parejas de todas las especies que merecían ser salvadas. III Como es natural, no faltaron las moscas. No sólo no faltaron, sino que en el curso de la navegación y al ir sumando jornadas (días, semanas, meses, años: no hay certeza sobre la duración de la travesía) comenzaron a arreciar y reproducirse las quejas de los pasajeros y tripulación por la presencia excesiva de estas criaturas divinas: Había muchas moscas, con la consabida molestia que ocasionan entre quienes no suelen gozar con esa presencia. Con el agravante de que no paraban de reproducirse. Había una explicación bastante sensata y razonable (El Hacedor no suele cometer errores) aunque no todos se mostraron dispuestos a entender razones y aceptar: Hay 160.000 especies de moscas, no hubiera sido justo discriminar. Estaban todas. Como todos sabemos (aunque es probable que no toda esa diversidad a bordo lo supiera: en aquellos tiempos no se contaba con mucha información) las moscas practican la poliandria, es decir que una hembra requiere la atención de varios machos, para mantener los niveles de calidad genética y obtener los recursos para una reproducción sustentable de la especie. El Ojo del Supremo y Su Plan Divino no podían soslayarlo. Por otra parte, no cuesta mucho imaginar la dificultad, en aquellas condiciones de hacinamiento y precariedad, para establecer un control eficaz de la promiscuidad entre especies. IV Sabemos que la mosca es pegajosa, socialmente amigable, perseverante y dada al cultivo de la disipasión, la promiscuidad y los bajos instintos: No se ocultan para tener sexo, pueden hacerlo en el aire y lo practican con sospechosa asiduidad. No les fue mal: Acaso ignoren que gozamos de 17 millones de ellas por cada mortal de los nuestros, pero si bien mueren como moscas permanecen, a diferencia de otras especies más desarrolladas, ajenas al peligro de extinción y se siguen multiplicando sin contratiempos. Es posible, incluso, que gocen más que nosotros (No es para envidiar: nadie en su sano juicio aspiraría a gozar como un insecto, salvo otro insecto)
la risa no siempre es un sacramento
(Carlos Inquilino) En el sosiego del ayuno cuaresmal, la risotada del risoto no alteró el humor de los comensales en servicio. Una bocanada de aire puro o semipuro entró por el tragaluz del excusado. No faltaba nada, ni en la mesa, ni en el aire protocolar circundante. De pronto, un brillo algo excesivo para ser natural, atrajo de los cuerpos las miradas. ¡Una molécula de pus divino! Reveló un observador independiente, que acompañaba de oficio a un asesor del secretario adjunto. Damos fe, respondieron los cuerpos presentes al unísono, ante la luz sagrada, sesgada y cegadora, y el beneplácito del nuncio. Estaba claro: era un mensaje divino. En una muestra de empatía Suprema, el Creador envía sus anticuerpos cargados de pureza incontestable. Un mensaje de Amor de nuestro Autor, Amor sobrenatural, casi tan perfecto como infinito… Sin duda, coincidieron todos los presentes, era la señal que autorizaba a levantar el ayuno. (No hubo ninguna risotada, por parte del risoto)
El asco
(Tomás Mercante) Con asco, conozco. Supo escribir un poeta que conozco antes de abandonar el ejercicio activo para no compartir su asco. I El asco, la aversión, la repugnancia, o el rechazo liso a esas formas de vida que nos interpelan: cucarachas, reptiles, arañas, babosas, o el gusano elemental: cuerpo liso y blando que se desliza indiferente ante nuestros ojos, produciendo sensaciones indeseables. ¿Son, en verdad, criaturas indeseables? ¿O son puro deseo? Las cucarachas pasan buena parte de su vida copulando, por no hablar del gusano sano y la lombriz solitaria (soledad y pecado: una relación íntima) II Esos cuerpos, reflejan un estadío anterior, no tan remoto, de nuestra historia evolutiva. La presencia del pasado nos desacomoda, nos violenta: No queremos saber nada, nadie quiere volver al pasado. El asco, no es un sentimiento exclusivo de humanos, aunque es reconocida su utilidad como recurso evolutivo, y parte del instinto de conservación. Por él, nos privamos de ingerir ciertos cuerpos, recursos naturales o víveres que podrían contener sustancias tóxicas, venenos, virus: Cucarachas, reptiles, arañas, ratas, etc. III La evidencia científica, que no admite dudas, permite especular que en un futuro próximo, sólo sobrevivirán los más aptos, cuya capacidad de adaptación habrá logrado desarrollar el asco a niveles superiores. Sólo así podrá sobrevivir el hombre nuevo a los desafíos que propone el futuro: Sabemos que el incremento de la contaminación global es tan inevitable como el desarrollo (no podemos estancarnos, ni detener la evolución: Del agua estancada, espera veneno -William Blake-) y tanto la fauna como la flora, deberán adaptarse para sobrevivir. Para nuestra especie no será más sencillo, pero contamos con un recurso superior, un arma salvadora: El Asco. (asco, sentido y sentimiento no sólo comparten la raíz etimológica: en su evolución yace la clave de la nuestra, y el futuro) Los individuos más sensibles, esto es, los que hayan sabido optimizar su propia producción y desarrollo del asco, podrán discernir sobre aquello que pueda constituir un alimento, y elegir sin riesgo de perecer en el intento: Sólo el asco salvará a la especie. IV No se sabe cuál será el destino de otras criaturas (cucarachas, arañas, babosas, moscas y gusanos). Es probable que sobrevivan y se expandan; cuentan con recursos. Entre nosotros, se avizora que sólo tendrán lugar dos clases de individuos: Los hombres sensibles (en sentido genérico) cargados de asco, y aquellos políticos que no le hacen asco a nada pero sobreviven a todo.
El sueño colectivo ¿Un anacronismo?
(Luis Espejo) Ahora hay menos contratiempos, para el hombre de la calle como para el ama de casa. La vida cotidiana es menos azarosa; es más difícil perderse entre la gente, entablar diálogos con desconocidos. Ya nadie pregunta la hora, todos saben y tienen la información que necesitan para no perderse, y mantenerse ubicados en el tiempo y el espacio. En los transportes públicos, ya no se cruzan miradas intrigantes, sugestivas, insinuantes o deseantes: Eso era antes, ahora nadie se entera con quien viaja; cada uno atiende su pantalla. Antes, las relaciones eran otras; éramos otros, no sé si era mejor. El colectivero, además de lidiar con el tránsito tenía que hacer los cambios, abrir y cerrar puertas que eran otras y vender el boleto y dar el vuelto: Todo tan natural, que hasta se permitía encender un cigarrillo (una buena señal para algunos pasajeros que viajábamos al fondo: Si fuma él, podemos fumar todos) II Me demoré. No encontraba con qué pagar el boleto, hurgaba en los bolsillos sin resultado: ni monedas, ni billetes (ni siquiera las llaves en su llavero descansando en el bolsillo derecho trasero -los zurdos manipulamos ciertas cosas con la diestra- ) Conviene relajarse en estos casos, pensé. De algún modo iba a pagar mi boleto: yo nunca dejé de pagar, nunca me reconocí deudor y nunca me ví en esta situación. El chofer lo entendió con naturalidad, y mantuvimos una conversación distendida mientras yo seguía buscando (volvía a buscar donde ya lo había hecho, en busca de un resultado distinto: algo común y normal a la especie) III Creo que para tranquilizarme, en un gesto de comprensión, me mostró un instructivo con bellas ilustraciones sobre distintos objetos y valores que la empresa aceptaba como pago, y me pareció más que interesante : ¿Cuántas cosas hay que ignoramos, hasta que nos toca atravesar una situación especial y anómala, como ésta? Había hasta llaveros como el mío (Ya encontrado: estaba en el bolsillo izquierdo, como nunca) llaves, talismanes, recuerdos familiares, medallas de honor, libros, gemelos, sacapuntas, trofeos deportivos, condecoraciones de guerra y hasta la cinta azul de la popularidad. Pensé: uno siempre lleva encima algo inútil, que puede sacarlo de un apuro y recobrar inesperadamente la utilidad perdida (la utilidad siempre se pierde con el tiempo) No puedo estimar el tiempo que me demoró este trámite, ni cuantas paradas duró nuestro diálogo, pero al cabo pude efectivizar mi pago. No podría precisar cómo lo hice, pero algo encontré: Seguro no era nada que me importara mucho, de lo contrario lo recordaría) IV Agradecí su paciencia al conductor, que me respondió con un gesto comprensivo de complicidad y deslizó, en un tono amigable, de franca camaradería, que en lo posible había que tratar de no distraer demasiado al colectivero en ejercicio de su función. Lo que no pude menos que compartir con una mirada solidaria: Sí, bastante tienen con su trabajo, pensé mientras avanzaba hacia atrás, a disfrutar el resto de mi viaje como buen pasajero… (Para redondear el desenlace feliz, falta agregar que al llegar al fondo de la unidad, pude observar que nuestro conductor encendía su cigarrillo, es decir el nuestro)
Los nuevos metabolismos…
(Teodoro Losper) Los nuevos metabolismos que están marcando tendencia: Hay una plataforma digital con toda la información necesaria o más, y un instructivo personalizado. ¿Qué esperás? Bajate la aplicación y disfrutalo. Agendá el link que aparece haciendo clic acá. No te quedes afuera, vos también podés ser parte de lo nuevo, una decisión puede cambiar tu vida. La vida es corta y pródiga en dificultades, contratiempos y limitaciones. Pero se puede mejorar con buenas decisiones. No dejes pasar esta oportunidad, tal vez única: Subite a las nuevas tendencias que se imponen: ¡Imponete! Agendate esta data, las agendas más avanzadas ya lo hicieron y disponen. Los nuevos metabolismos están marcando tendencia. Tu decisión no puede esperar mucho, los cupos son limitados, como casi todo. Somos metabolismo antes que nada, el resto es accesorio: Agendalo (y hacele caso a tu agenda) Estás a un paso, no te dejes metabolizar por otras tendencias engañosas, sin vocación de futuro: No seas funcional al fracaso metabólico. Una buena decisión no tiene precio, aunque toda decisión tiene un costo: implica descartar otras opciones, que pueden resultar tentadoras. Las buenas, permiten reducir los márgenes de error no forzado. Sólo es posible afirmar que una decisión es buena, a la luz de sus resultados, es decir: después de haberla tomado. No hay mucho más que decir de las decisiones, o sí: No es bueno tomar por tomar, pero hay situaciones en las que no podemos dejar de decidir. ¿Qué hacer? ¿Qué hay que saber? No mucho, por lo que sabemos, toda buena decisión es producto de un metabolismo sano: Para saber más entrá al link, registrate y bajate la aplicación. Vos también podés marcar tendencia. Agendalo: Somos metabolismo, el resto son funciones subalternas: No te resignes a ser objeto de otros metabolismos; podés ser más que un recurso. Estás a un paso: disponemos de los recursos necesarios, o más. La decisión es tuya, no desaproveches esta oportunidad, y no olvides: Todo metabolismo depende de otros.