El sistema poético

(Remigio Remington)


Xenófobos del mundo, ¡uníos!

Leí en algún lugar legible 
de mi ecosistema que no
puedo precisar.

En los muros se escribe
cualquier cosa, pensé:
todo lo pensable es también
posible. 

¿Una frase más política que
poética, o lo contrario?

En ambos casos, rebasa 
el entendimiento racional:
no tiene lógica, como consigna
política es absurda, pero su valor
poético no es menor. Provoca.

Causa perplejidad, entre otras cosas.
Causa rechazo desde el primer término
pero convoca a la unión, promueve la
unidad, sólo que de lo rechazable.

Ya es extraño el sujeto, que a su vez
es el pretendido receptor del mensaje:
Es raro dirigirse a ellos, aglutinándolos
en un colectivo orgánico, cuando su
razón de ser es lo contrario, la división,
la discriminación, el rechazo al otro.

Pero más raro aún:  
Xenófobos del mundo… Su sola
enunciación configura una pretendida
unidad que legitima la causa de aquellos
que, si algo quieren, es no unirse, no
mezclarse, no contaminarse.

(No los une el amor, la hermandad, la
solidaridad o la empatía. Los une el
odio al otro, por lo que no podrían
aspirar a ninguna suma o comunión
con ninguna clase de otro, ni siquiera
con otros xenófobos, es decir extraños,
extranjeros, indeseables aunque puedan
cultivar el mismo sentimiento.
No comparten ni el espejo)

Por último, como si no fuera suficiente
la tensión lograda con ese artefacto
semántico de tres palabras, cierra la
consigna con un imperativo: ¡uníos!

Despejando: la frase es tan absurda
como plena de sentido. Un sentido
excesivo, que en cuatro palabras
desacomoda la lógica binaria del
pensamiento  racional.

¿Está mal?  ¿Está bien que esté mal?

La condición poética, como acto,
no se lo pregunta; es ajena a esos
valores provisorios y dudosos.

Su función es alterar y conspirar
contra todo sistema que procure
imponer su lógica arbitraria.

Su función es cuestionarlo todo,
trastocar, desordenar, revelar y
provocar el abandono 
de la comodidad instalada, 
eyectarse de lo previsible para poder
pensar lo impensable. 

Otra versión posible:

Misántropos del mundo, uníos!

Victoria y teoría de valor

(Esther Miño)

El hombre vale por lo que hace,
la mujer por lo que es:
Escribía Victoria Ocampo
desde su casa de campo.

Pero
¿Qué es lo que es?
¿un cuerpo, una forma?

(Podría incorporar alguna definición
filosófica, una especulación ontológica,
podría incorporar: 
sólo los cuerpos incorporan,
pero sólo algunos cuerpos:  los vivos.

Ahora estamos en condiciones de
incorporar:  Incorporar es condición
para ser, además de un signo vital.

¿Somos lo que incorporamos?)

Ser mujer es una forma de ser, 
como hombre, rata, bacilo
o demonio de Tasmania.

Pero el hombre no se conforma
con ser, necesita otro verbo:
hacer.

Ser mujer es una forma de ser.
Ser hombre es una forma de hacer.

Hacer, es cosa de hombres
(El Hacedor, si algo es, es masculino)

No, no alcanza ser hombre para hacer
como los hombres:  Primero hay que
hacerse hombre, alguno abandonan en
el intento.

II
El hombre vale por lo que hace:
necesita hacer para ser valorado
(Los que no hacen despiertan dudas,
algo que no goza de valoración social)

Hay hombres de acción
y hombres de palabra. 

Pero la acción es el atributo viril
por antonomasia: Un hombre de acción
es siempre más viril que un hombre de
palabra. El tamaño no importa.

El hombre vale por lo que hace,
el resto es sólo valor agregado…

Pero ser no es hacer, Victoria supo
reconocer la diferencia, hay que 
saber reconocer:

La victoria del hombre, es obtener
reconocimiento por lo que hace.

Pero el verdadero desafío, está en
las antípodas de la acción: 
Ser reconocido por lo que no hace. 

¡Decídase!

(Dudamel Rambler)

No pude decidirme.
No fui capaz de generar
las condiciones para producir
una buena decisión, ni siquiera
una de calidad dudosa.

Pero gracias a la resiliencia
no aflojé, entendí que el
fracaso es una oportunidad
y no me resigné más allá de
lo aceptable.

Acepté mis limitaciones, mis
capacidades diferentes:  Me
hice cargo y me asumí.

Así, obteniendo el asesoramiento
idóneo, logré capitalizar el
fracaso y disfrutar la aventura
de la incertidumbre:

Uno no decide nada, me dije
y lo agendé.  Toda certeza
proviene de la angustia.

Es cierto  ¡lo probé y funciona!

La resiliencia salva vidas
(aún cuando pareciera que no
hay nada que merezca ser salvado)

Ya no me angustio; fracaso cada
vez mejor y no paro de generar
empatía mientras vacilo libre
y voy consensuando...

A nuestros hermanos necios

(Senecio Loserman)

Hay que mentirse más:
Todos los días podemos sembrar
algo nuevo y cosechar innovación
en empatía y solidaridad 
con otras mentiras que conniven 
en la biodiversidad del campo
discursivo. 

No hace falta ir al campo
para sembrar, y mucho menos
para cosechar.

Mintámonos como mitómanos
anónimos, metódicos, apócrifos.

Mintámonos con fe, con entusiasmo
sincero y denodado. La mentira es
un recurso renovable, una aventura
que todo el mundo puede disfrutar
y además, nos integra al colectivo
inorgánico de la gran mayoría de
los mortales parlantes.

Según fuentes oficiosas, la mitad
mayor de toda la información que
circula es falsa  (la otra, no pudo
ser verificada)

Gozamos del beneficio de la duda,
pero la mentira genera más 
oportunidades y es más confiable
y redituable como recurso para el
desarrollo sustentable.

El valor de la mentira no decrece,
por el contrario, explica la mayor
parte del crecimiento de la economía.

El crecimiento mentiroso, se mantiene
a valores históricos y sostiene  todos
los vaivenes de la economía  ¿una 
ciencia exacta? ¿una ciencia? ¿una
disciplina dudosa?

Menos averigua Dios y perdona.

¿Quién podría verificar la veracidad 
de nada?    

Yo paso.

¿A quién le interesa la epistemología?
¿A cuánto cotiza el entimema?

Mentime que me gusta, dijo una
voz popular.
Me gusta cuando miento, porque 
estoy como ausente:  En boca del
mentiroso, lo cierto es que hallarás
buenas metáforas.

No se puede no mentir: Si te digo
la verdad te miento.
Veraz que todo es mentira, decía 
el tango reflejando esa sabiduría 
popular que nunca miente.

Sin la mentira, el mundo se detiene,
se cae el sistema y colapsa todo…
¿Quisiera alguien sensato volver 
a la ausencialidad?

Sin la mentira no hay fantasía,
ni arte, ni políticas públicas:

El público se renueva, y sólo
quiere oir falsas promesas, más
y mejores relatos: una buena
gestión, que entienda que la
cadena productiva de mentiras
no puede detenerse.

Hay una deuda histórica 
con la mentira, que debemos honrar:

Lo importante es la defensa de los
valores.  Son valores dudosos, es
verdad, pero es lo que hay:
Con esta verdad no ofendo ni temo.

En cuanto a la verdad  
¿Cuál es su verdadero valor?  

Una mentira conduce a cuarenta
verdades, reza un proverbio 
oriental y antiguo que no me deja
mentir.

Hay que ser necio para seguir,
todavía, buscando verdades.

O nos unimos como hermanos,
o perecemos como necios, dijo
Martín Luter King. 

Hermanos necios, no nos engañemos:  

El mundo está en nuestras manos...

Nuevas herramientas legales

(Pascual Rambler)

No escarmienta la herramienta,
su cuerpo ya no es el mismo
pero aún se reconoce.

El reconocimiento es útil
aún para saberse ajeno
a toda utilidad.

Aceptamos:  Hay otras herramientas
disponibles.  Todo puede ser adquirido
sin desmedro de renovar la fe.

Todo lo que no puede adquirirse
puede esperar.

Justas o no, el tiempo tiene sus leyes.
No hace falta saber leer: 
Somos una especie que produce leyes
y otras herramientas para sostener la
convivencia y el desarrollo.

También producimos necesidades:
una fuente de trabajo, la producción
es trabajo.

Las leyes son para quienes las trabajan,
decía un asesor letrado.


II
Sólo nosotros producimos,
producir es humano,
más que amar:  otros animales
podrían conocer y practicar el amor
aunque no nos parezca razonable.

Sólo nosotros producimos:
necesidades, leyes y basura.

(Somos los primeros productores
de basura. Además de los únicos)

¿Tenemos las leyes que necesitamos?

En principio contamos con la Ley de
Gravedad y la Ley del movimiento
uniforme de los cuerpos, pero las leyes
tienen que adaptarse a los tiempos:
Soplan nuevos vientos, los valores
cambian y la justicia tiene sus tiempos.
Hay que tener paciencia.

III
¿Tenemos la paciencia que necesitamos?

No parece haber motivos legítimos para
preocuparse, la desocupación se mantiene
en valores controlables y reina la sensatez:

La Historia no la hacemos entre todos, ni
se puede apurar.

Lo que no se puede producir se importa.
Hay leyes que regulan el intercambio y
la división del trabajo.

Podemos importar nuevas leyes
y necesidades que se ajusten a
la coyuntura actual.

Hay que actualizarse y estar disponibles
a los cambios y a las oportunidades del
intercambio positivo.

Podemos importar una nueva ley de
importaciones para estimular la
producción propia, reducir el déficit
fiscal y esportar los saldos favorables
de la producción residual.

¿Tenemos la basura que necesitamos?

Instructivo para emprender el ocio

(Tomás Lovano)

Para emprender el ocio
en un sentido creativo,
no hay que capacitarse.

Basta comprender su naturaleza,
saber que no es ocio todo lo que
reluce y que no existe el ocio
creativo:  no hay más que uno,
idéntico a sí mismo.

No hay creación sin ocio
(El Creador no hubiera hecho
lo que hizo sin conocer el ocio)


II
La división del trabajo
no es aplicable al ocio
ni al goce:

No hay un goce positivo y otro
negativo, ni un goce sano
ni un ocio productivo.

La condición ociosa, es definida
por la improductividad.

Ésto no significa estado de reposo
continuo, ni significa no hacer nada,
sino sólo no hacer aquello considerado
socialmente útil.

Podría este enunciado dividir aguas
entre emprendedores activos y pasivos
del ocio:  ¿Qué es lo útil?

(Yo puedo sentir que es útil cavar un
pozo, aunque no tenga un tesoro que
enterrar o desenterrar, ni una planta
que plantar.  Cavo por placer: 
me gusta cuando cavo… Podría
profundizar este versículo, pero no.

El sólo placer de haber cavado, cavar,
estar cavando es suficiente para que
me sea útil  ¿No es útil el placer?
¿A qué otra cosa aspirar, en este valle
que se profundiza a cada instante a
consecuencia de la extracción de utilidad
descontrolada? ¿Sería útil controlarla?

No: el término útil es tan subjetivo
como el sujeto que cava, sin recabar
para qué cava)


III
La utilidad no depende del sujeto;
el que depende es el sujeto, 
que como miembro de un cuerpo
superior, una vez incorporado no
puede ignorar que sólo es socialmente
útil aquella acción que produce valor.

Las demás actividades son inútiles,
el sujeto lo sabe, aunque no lo piense:

No hace falta pensar para pertenecer,
integrarse y autopercibirse contribuyente.

O sólo lo suficiente, lo necesario, lo útil:
pensar lo indispensable.

No es ocioso agregar
que la producción de valor es el primer
mandato en nuestras sociedades
organizadas en torno al concepto útil
y a la utilidad como valor excluyente.

El otro, es la agregación de valor, que
naturaliza y regula el intercambio
en función del lucro:  la utilidad por
antonomasia se realiza en este acto
que mueve y provee sentido a eso
que llamamos economía.


IV
Todos estos logros, capitales para
el desarrollo de la cultura, no hubieran
sido posibles sin la división del trabajo:
Dividir suele resultar útil.

Es ocioso señalar, que detrás de la
idea de dividir el ocio, está la intención
de descomponerlo, para buscarle un
lado útil: 

La división es un recurso para 
la producción de utilidad. 

El ocio es uno solo e indiviso,
no hay un ocio subalterno
ni calificado, y es el más digno
de los emprendimientos.

Pero no todo lo que brilla es ocio
y no existe el reposo absoluto.


V
Procura estar solo,
y en lo posible ocioso.
Lo otro viene solo,
o no...

Flor nueva de romances seniles

(Estanislao del Signo)

Rompí el poema disrruptivo.
Era casi perfecto: contracíclico,
distópico, en estado avanzado
pero trunco.

Con un final feliz
que no llegaba nunca

(Pudo haber sido ese su destino,
nunca creí en finales felices; la
felicidad no necesita poemas)

A cambio, pergeñé uno 
más amigable y sustentable, de
una lírica bucólica y empática
que terminaba en una ruptura.

Pero tuve que interrumpir:
Se cayó el sistema  (el sistema
poético suele caerse; hay una
intermitencia recurrente en el
servicio, aunque hay recursos 
disponibles, como la repetición)

Fue entonces cuando recordé
que había olvidado tramitar
la supervivencia.

La inversión rítmica: el lado oculto de las funciones

(Ricardo Mansoler)

El ritmo no se piensa, se siente.
¿es un sentimiento? 
No, una sensación física:
se percibe por un sentido.

El poema se siente y se piensa,
no es una sensación sino un
objeto pensado para producir
sentido, que puede percibirse 
por dos sentidos y está abierto 
a todas las interpretaciones.

No obedece pautas fijas,
ni obliga a obedecer, pero puede
producir sensaciones diversas y
encontradas, como atracción,
rechazo y hasta indiferencia.

El ritmo del poema, es sólo un
elemento entre otros, y no
necesariamente determinante
para su valor.


II
(Valor, no es precisamente una
palabra poética, si las hubiera,
como tampoco función.  Pero no
se concibe la función rítmica sin
el concepto, la idea de valor)

La escritura del ritmo, 
está expresada en valores
(tan abstractos como la duración
del tiempo, el lugar y extensión
del silencio, etc.)

Los valores son estables, no pueden
alterarse.


La escritura del poema, son palabras,
signos y vacío. Las mismas palabras
que se usan para no escribir poemas
o intercambiar sentido por medio del
sonido.

Las palabras tiene sus valores asignados,
pueden variar según el contexto y el
lugar que ocupen en el discurso, la
entonación, carga emotiva, etc., siempre
dentro de un rango conocido y aceptado:

Aceptar y compartir ésto, hace posible
la comunicación “normal” entre
sujetos hablantes.


III
En el poema, hay una alteración
de los valores. Cualquier palabra,
hasta la menos pensada, la más
banal e insospechada puede cobrar
un valor distinto, inusitado, que
desacomoda a otras produciendo
otros sentidos  -menos cómodos-

La alteración, surge de una forma
particular y anómala en que se
relacionan ciertas palabras, haciendo
vacilar al resto.

Si las palabras vacilan, se está en
presencia de una parte de la función
poética que se realiza.

Y el lenguaje, asumido como un cuerpo,
un organismo en expansión, un virus,
produce su propio anticuerpo.


IV
El poema en cuestión, 
se separa de la literatura y desoculta 
la arbitrariedad intrínseca del signo,
revelando ese oscuro abismo entre
significante y significado.

La alteración, es también un orden
y como tal puede ser alterado, pero
hay que andar con  cuidado:
el descontrol del material alterado
puede entorpecer el sentido 
y acabar en otro abismo.

Luego, está el ritmo, lo emotivo
y otros elementos que acompañan.

Pero la alteración que emite, también
produce sensación, efecto emotivo,
mueve a vacilar:  lo que lo hace 
subversivo, más que cualquier sentido
producido por animal humano
-con o sin sentido rítmico-

Ama tu ritmo, 
escríbele un poema.

El goce y sus propiedades

(Esther Miño)

No es ocioso
el goce improcedente,
las procedencias que se desconocen
son más que suficientes, y no
alteran la función del goce.

Según fuentes oficiosas,
hay procedencias que es mejor
desconocer.

Hay acepciones que aceptamos
sin conocer su procedencia, por
una supuesta conveniencia
en connivencia con los usos
aceptados para sostener la
convivencia:  ¿sana?

Más sano es el gusano en la manzana.

¿Hay goce fuera del instinto?
¿La apropiación instintiva de otros
goces es recurso legítimo para
producir el propio?
¿Debemos aceptar que todo
son recursos naturales?
¿Somos tan inclusivos como para
acceder a la primera persona del
plural y compartir la propiedad
del goce suscribiendo: todos somos?

Los recursos naturales 
sólo esperan que alguien disponga 
su aprovechamiento, para poder
realizar su utilidad cumpliendo 
su misión.

La sumisión es una forma 
de comunicación, un recurso 
para acceder a la unidad:
aspiración natural de cualquier
miembro que desée pertenecer
a un cuerpo.

Todos los cuerpos son recursos 
para que otros extraigan su utilidad
y gocen en libertad sus propiedades.

Todo cuerpo poseedor de un
metabolismo propio, es un recurso
para que otro goce.

No es ocioso proceder a repetir:
Para gozar, sólo se necesita un cuerpo.

La industria poética y los nuevos desafíos

(Amílcar Ámbanos)

Este poema trabaja con energías
limpias, de origen renovable y
libres de emisiones tóxicas o
sospechosas de cualquier tipo
de contaminación.

Ésto garantiza una trazabilidad
sustentable y un bajo impacto en
la biósfera y la logósfera, que no
altera los ecosistemas de ninguna 
naturaleza:

El impacto es mínimo, residual y
prácticamente descartable.


II
Su diseño inteligente, responde
a recursos tecnológicos de última
generación.

La tecnología disponible permite
minimizar los márgenes de error
no forzado, generando las condiciones
para la producción de decisiones  de
calidad, redundando en un producto
casi único, cuya naturaleza fluye
de un modo incontestable.

El poema gana es prestaciones,
servicios, funcionalidad y proyección
empática con otodos los eventos 
del campo evolutivo y popular.

La industria poética, debe ser capaz
de generar las condiciones para su
propia evolución, para ser sustentable.


III
El poema sabe que puede ser superado,
pero acepta el desafío de crecer  (el
crecimiento no conoce límites)  
sosteniendo los más altos valores
obtenidos por la materia orgánica
y expresados en la condición humana.

Los valores históricos, como sabemos,
son naturales a la necesidad de crecer
y al desarrollo que los produjo y cuya
vigencia se mantiene:  
Son valores provisorios, en plena y 
continua evolución.


IV
La poesía es un arma 
cargada de futuro: 

Todavía no sabemos qué es, pero en
el futuro podremos determinar en forma
fehaciente lo que no es, y obtener una
definición definitiva, excluyente y
taxativa, agregando este valor a todo
aquello que lo merezca.

La poesía es un arma cargada de futuro:
Este poema suscribe y hace propio 
este enunciado  (asumiendo que puede
ser superado, aunque no lo merezca, por
el futuro)

El futuro es cambio, pura alteración:
Lo único que permanece es el cambio,
avizoraba Heráclito de Efeso.

La evolución no puede detenerse,
el poema lo sabe y es solidario:
apuesta todo al valor de cambio,
el verdadero valor. 

El que no cambia todo 
no cambia nada.