El avistaje de aves

(Horacio Ruminal)

Hay aves mitológicas, aves 
de rapiña, aves mensajeras, 
aves agoreras
o pájaros de mal agüero; 

hay aves carroñeras  -comen cadáveres,
como nosotros- , y aves consideradas
sagradas por algunas culturas antiguas.

(Las aves son más antiguas que nosotros,
y parecen descender de dinosaurios)

Hay aves de corral, aves sacrificiales,
aves sacrificables y otras aves que no
producen utilidad.

Hay aves con oficios, como el hornero,
el cardenal, el pájaro carpintero, el tordo
overo, el cigüeñal o el buitre almizclero.

Cantar no es un oficio, y no todas
las aves cantan:


Hay aves que cantan a coro,
otras cantan solas
y otras callan.

(También las hay, que no conociendo
la propiedad del canto, se limitan a
imitar cantos ajenos)

Hay distintos cantos, más y menos 
elaborados y diferenciados:
Algunos de apenas dos o tres notas,
otros, más ambiciosos, desarrollan
melodías más complejas.
Y están los que abrevan en una sola nota,
que aunque se empeñen y ensayen
resulta un canto bastante monótono.

Hay aves que nos subyugan con su canto,
como el jilguero, el ruiseñor, o el
cabecita negra.

Algunos poetas, se inspiran en cantos
de volátiles para su producción versátil,
puede ser un mirlo, un ruiseñor,
un cuervo, un papemor.

Hay aves que parecen hablar, pero
sus sonidos no pertenecen  a nuestros
abecedarios.

Hay, también, las que hablan, pero
por lo general no saben lo que dicen,
como suele ocurrir entre nosotros.

Hay aves que cantan sin motivo,
sospechamos;  otras lo hacen por
motivos que desconocemos,
como nosotros.

Y están las aves de paso:
a veces pasan, a veces no  (es tedioso
sentarse a esperar que pasen) 

Hay aves hábiles, como el hornero,
que con gran trabajo y una técnica
envidiable, construyen nidos seguros
y perfectos.

Otras, más inteligentes y astutas, los
usurpan.

La usurpación, el saqueo, la apropiación
son recursos evolutivos:  Empezamos a
escribir con plumas de ánsar.


De las distintas aves, sabemos
apreciar su canto, su vuelo, su plumaje
o su carne.

Ensayando una clasificación elemental
y provisoria, se puede aventurar:

Hay aves mitológicas, exóticas, extintas,
aves de paso y aves de presa o de rapiña,
aves de cetrería y aves de compañía,
como el loro  -puede estar en la cocina
y sostener una conversación mientras
cocinamos una pechuga- 

Hay aves carroñeras, aves canoras,
repetidoras, adiestrables, compañeras
y parrilleras.

Hay brótola

(Amílcar Ámbanos)


¿Me entero ahora?

La incompletud de todo
es siempre transitoria
respecto de cualquiera
de las partes en conflicto.

Noto el alboroto de la brótola.
Noto y anoto,
los desbordes naturales
precipitan el paso de un estado
a otro.

La singladura del fluído
puede vacilar en tiempo y forma,
el desertor más avezado
puede hesitar ante una hez, en esta cita
o descubrir el goce de la fe
elevándose en la oración
armada de armonía.

Hay que volver a creer:
Esta fe me hizo ver lo verosímil
y su música impertérrita y anómala.

Creo en coros y croares, creo
en la multiplicación de los penes, 
en la eneúpla, y en los nuevos diseños
de los planes divinos.

no me erizo
ante los números hostiles
no me inclino ante los múltiplos
de uno y sus púlpitos,
tan diminutivos como inhóspitos.

Ultimo los enseres
de la serialidad ontológica
para asumir el ritmo de lo posible:

ser es creer, me dijo un ex creyente:
ser es poder
concomitar con todos los gerundios.

Un dios plural, transcurre
y desaprueba al pasar
de uno a otro
pecado sin gozar
ni fracasar.

La brótola no se alborota
por un desliz
ni se apichona ante el brote
de un poema abortable.

A pecar se aprende pecando,
decía un aprendiz avanzado. 

Noto y anoto:
hay un amor que brota
ignoto, innato, errátil,

está ahí, en los cuerpos sutiles,
en lo sutil del ente, en la enténte,
en lo inconsútil emanándose,
en lo brotátil
y lo eréctil.

Esos esbozos embozados
que preceden a la voz,
en la tibieza líquida del verbo
uterino y sus formas interinas.

En la simbiosis del fermento
amniótico, antes de las primeras
tejas del tejido bursátil y los
albores de todos los valores.

Hay un amor innato, abovedado,
intrínseco que brota
en las mucosas superiores 
del deseo irretráctil y versátil.

No hay datos
pero hay dátiles.

El perdón divino

(Tomás Lovano)


-He pecado en vano, Padre.

-No debes vanagloriarte, hijo.  Nadie es
 quien para juzgar la vanidad de nuestros
 actos y pensamientos, salvo El, que todo
 lo sabe y todo lo perdona.

-Ahora peco poco, pero supe pecar en forma
 recurrente en mis buenos tiempos…

-La compulsión, la repetición y la compulsión
 a la repetición son parte de nuestra naturaleza.
 Nuestro Creador lo dispuso así, y es poco lo
 que podemos hacer… Pero su Amor infinito
 nos perdona todo

-Perdón, Padre...¿Y porqué perdona tanto? ¿No
 sería más justo que..?

-No preguntes lo que no debes, hijo. El es fuente
 de toda razón y justicia: Menos averigua Dios y
perdona.

-Perdón, Padre...

Signos positivos

(Ester Miño)


Disponemos de nuevos dispositivos
y aplicaciones, para incrementar
nuestra disponibilidad y disfrutar
a disposición de las nuevas imposturas
que se imponen y marcan tendencia.

Hay que distenderse, desentenderse
y dejar que fluya,
que fluyan efluentes, venenos, agrotóxicos:

la contaminación es inversión
(este enunciado puede invertirse)

Arúspices, creyentes, auspiciantes
y contribuyentes del círculo áulico
de la economía, madre de todas
las ciencias, apuestan a futuro:

Se esperan nuevas generaciones
de generadores, capaces de generar
todas las oportunidades  necesarias,
para un desarrollo sustentable
con crecimiento indefinido, en un
marco de equidad e igualdad de oportunidades
para todos los sectores del oportunismo.

Estamos ante un ciclo de nuevos desafíos,
pero hay signos positivos.

II
Hay signos:
Hay verificadores, detectores y algoritmos
de última generación.

Hay lectores, colectores, recolectores
y recicladores urbanos.

Hay servidores, facilitadores, obtentores
y objetores de conciencia  (la conciencia
es un estado transitorio de la materia; 
ningún estado prospera limitando a la
iniciativa privada:  La conciencia es algo
que merece ser superado)

Contamos con recursos.
Las oportunidades esperan; según 
estimaciones de fuentes oficiosas
los indicadores son auspiciosos:

la economía vuelve a creer en sí misma,
replicando el éxito del modelo circular
a niveles escalables, y vuelve a crecer
a valores aceptables.

Hay consenso entre los operadores,
en que es posible mantener los márgenes
de aceptación que garantizarían el éxito
de la repetición inteligente.

Según algunas fuentes, que no han podido
aún ser confirmadas, estaríamos en presencia
de un significativo aumento de la vocación
inútil.

El precio justo

(Ricardo Mansoler)


Deudas dudosas
y dudas que se heredan.
La doble d
de deudos y dudosos acreedores
se enreda en esa voz compuesta
que produce:  el sujeto.

El sujeto dudoso y dividido,
individuo genérico de una especie
egoísta, invasora y oportunista.

El sujeto goza de su condición binaria:
emisor y receptor,
deudor y acreedor,
activo y pasivo,
según convenga a su metabolismo
de sujeto.

Todos somos dadores y receptores.
¿Nos debemos una explicación?
¿A quién pedir?

¿Está bien pedir?
-Depende, es mejor dar.

¿Está bien dar?
-Depende del objeto:
Hay quien da para recibir, en ese caso
justifica, es útil  (los bancos, organismos
de crédito, prestamistas, usureros y amantes)
Hay un fin, responde a la lógica económica.

Dar por dar, sin contraprestación, es tan
ocioso como improductivo. No genera nada,
no produce utilidad ni crea riqueza.

El altruísmo es un anacronismo, un
atavismo, un desvío del mandato evolutivo.

La teoría del gen altruísta, fracasó.
No pudo ser verificada, 
y el joven Price pagó su precio.

Se aceptó que era lo contrario:
el supuesto altruísmo que entusiasmó
al joven químico con su ecuación brillante, 
enmascaraba al gen egoísta,
que se impuso, como siempre.

La ciencia no pudo verificar
el gen altruísta, ni quiso,
y el joven Precio perdió su empleo,
su familia, su casa y después de
deshacerse de sus pocas pertenencias
en favor de aquellos que carecían de todo,
terminó en la calle, con ellos, y abrazó
la fe católica, que siempre había rechazado
como cualquier científico que se precie,
en busca del gen altruísta:  

George Price o Jorge Precio.., 
un científico egoísta 
que apostó al altruísmo, tal vez siga buscando
aquel extraño gen, después de suicidado,
entre ángeles, arcángeles, querubines
y acaso un ser afín...

El poema vacilante

(Asensio Escalante)

Quién vacila no está muerto
escribió un poeta, poco 
antes de que su condición vital
comenzara a vacilar.

Nadie estima al que vacila,
vacilar, no es un verbo popular
-aunque todos lo conocemos y
practicamos-

Hay que tener valor para vacilar
en un mundo que desprecia 
al vacilante, condenándolo
a vacilar sin término.

¿Hay que tener valor?

Yo vacilaría:  el valor socialmente
asignado al ejercicio de la vacilación
es casi nulo…

Creo que vacilaría, pero no sé..,
una respuesta vacilante no satisface a
casi nadie, y todo el que escribe busca
satisfacer a alguien, cuanto más no sea
a sí mismo.


II

El poeta puede vacilar,
volver a vacilar…
Es hasta forzoso que vacile
repetidas veces,  para evitar que el verbo
inadecuado, el adjetivo que zozobra  (o
incluso, sobra) o un verso vacilante
hagan naufragar al poema.

Todos los poetas vacilan,  aunque ninguno
lo confiese  (hay otras prácticas inconfesables) 

Todos vacilan, salvo aquellos que practican
la escritura automática, una opción que quedó
en el olvido por sus productos  ambiguos
y resultados vacilantes.


III

El poema vacilante, no goza
de reconocimiento del lector avezado 
ni de la aceptación del lector avanzado, 
del lector promedio, el ocasional
ni del lector accidental, que se
encuentra por azar ante el poema, y vacila.

Todo buen poema
contiene un volumen de vacilación, una
cantidad incierta de tiempo vacilado
que nadie, ni su emisor registra, sin la cual
el poema no sería el que es, o lo que es,
según sea el caso.

Aquí hay que detenerse:  
Se debe establecer con claridad
la diferencia entre ambas condiciones.
Una cosa, es la vacilación insumida
en la manufactura del poema, y muy otra
aquel poema que recibe el adjetivo
“vacilante”.

El poema vacilante, suele crear tensiones,
situaciones, emociones y sentidos
que no resuelven:  un movimiento vano
y azaroso, una emisión que no llega a destino.

Precisamente, lo que mueve al poeta a vacilar
mientras construye su poema, es el deseo 
de arbitrar los medios para evitar 
agregar al mundo otro objeto vacilante:
Hay tantos…

IV

El poema, debe percibirse como un
organismo vivo, único e irrepetible
y comportarse como tal, suscitando
atracciones y rechazos:

No se puede atraer a todo el mundo,
ni cosechar un rechazo unánime,
como no se puede amar a todo el
mundo ni complacer a todos
ni odiarlos por igual.

Hay opiniones divididas
entre lo que es o debería ser
un poema, no hay una definición
definitiva y taxativa todavía:

Se vacila…

La diversidad es constitutiva
de los organismos vivos;

no hay un único sentido
ni una sola dirección,
aunque sólo hay una vida:

No está muerto quien vacila.

El círculo cerrado

(Onésimo Evans)

Ningún círculo es perfecto
pero es bello concebir
que circulamos en armonía
cósmica, que las ideas circulan
libremente y todo es parte 
de un circuito superior que
tiene a la perfección
como fin último, mientras confiamos
en palabras que circulan, redondeando
nuevas ideas, más o menos bellas 
o felices, y observamos leyes,
cuadraturas, órbitas y obras humanas
que circulan con mayor o menor
fortuna.

En un círculo vicioso
nada es azaroso.

El movimiento uniforme
y el sentido único
garantizan el éxito:

un viaje seguro,
no es preciso cobrar conciencia
ni pagar peaje.

(este pasaje puede ser reproducido,
es de libre circulación)


II

El éxito de la repetición
redunda en la proliferación
de bellas imágenes y nociones 
de apariencia novedosa, que
tributan a modelos circulares:

Círculo cerrado, radio de acción,
altas esferas, redes neuronales que
conectan círculos circunvecinos
con metáforas simétricas
que se reconocen entre sí,
redondas y perfectas:

Economía circular, 
no hay desperdicio, todo se recicla
en el círculo vicioso.

Ningún círculo es perfecto,
pero todas las disciplinas que circulan
le asignan un lugar central, un valor
axial en la evolución del conocimiento.

Entre las figuras geométricas conocidas,
es, sin duda, la más perfecta y útil:
Permite extraer una información
casi infinita  (el movimiento circular
nos ayuda a concebir la noción de 
infinito)

El tiempo circular, los ciclos que suceden,
especies que perecen y perimen 
en el marco del perímetro evolutivo.

Todo circula, no hay vida sin circulación.



III

Salgo a circular,
doy un rodeo.
Giro,
miro a la redonda:
ningún merodeador alrededor
rondando, excepto yo,
observador imaginario
en el centro del poema circular
que se reinicia, en virtud
de sus materiales reciclables.

Salgo a calibrar
y vuelvo, corroboro:

Lo importante es circular,
el sentido es indistinto, 
todo vuelve:

Ningún círculo es perfecto
(el círculo cerrado es un pleonasmo)

El genio y la paciencia

(Carlos Inquilino)

No pude con mi genio,
una presencia atosigante,
incómoda, invasiva. Siempre
fatigándome, interviniendo
mis decisiones poéticas,

observándome escribir,
controlando mis impulsos
autóctonos, reemplazando y
anulando los excesos naturales
del poema, para dar forma a otros
sentidos psudopódicos: un texto extraño,
donde casi no podía reconocerme.

No pude con mi genio,
bastaba que escribiera una palabra
para que la sacara de contexto.

No podía: era él o yo
¿Quién oyó?
Hubiera escrito él con esta mano.

Eugenio se llamaba, decía haber
habitado el alma de un poeta
olvidado.

Durante años lo soporté
con resignación, por una cuestión
de convivencia: Detesto la violencia.
Pero la paciencia se agota, como la
inspiración y la memoria.

Lo recuerdo todavía:
inclinado sobre mi,
a mi siniestra, dispuesto a doblegar
mi voluntad -por cierto débil,
reconozco- terciando en el precipitado
del poema para obtener el suyo:

Un fluído espeso de palabras en tensión,
una retórica retorcida, soporte de ideas
vacilantes, que se abrían a la oscuridad
de los sentidos, para disolverse luego
en una espuma espúrea, más oscura
que una aspiración humana.

Textura disolvente, tránsito lento,
un poema espasmódico
que rechazaba toda mampostería
sin seguir ningún patrón semántico.

Tan geniales que nadie entendía
ni leía, salvo yo, obligado
a leerme.

No pude con mi genio:
Me cansé y se lo eché
a los perros.

(Debe andar por ahí: no tengo
perro y mis gatos son selectivos,
no comen cualquier cosa)

Un poema de aire

(Epifanio Weber)

Yo tengo tantas hormonas
que no las puedo contar
solía escribir con su dedo gordo
en el aire un portador sano.

El aire no engorda
como el ojo del amo,
pero está infestada 
de aspiraciones truncas.

El aire es buen conductor
pero está lleno de ventosidades.

Escribir en el aire
minimiza los riesgos del poema:
a las palabras, como sabemos,
se las lleva el viento, gracias
a la sabiduría popular.

Hay feromonas, serotonina,
adrenalina, dopamina
y alguna otra que se me escapa
por la falta de esa hormona que
ahora no recuerdo.

¡Cantemos a las hormonas,
a la producción de hormonas libres
y a la liberación  
de las fuerzas productivas!

Yo tengo tantas hormonas
que no las puedo contar,
solía escribir con su dedo
gordo en el aire un portador sano,
un servidor asintomático
a ultranza.

Escribir en el aire
es una decisión de baja calidad
leí en un instructivo de liderazgo,
autoayuda y superación permanente.

Yo probé escribir en el aire,
tengo varios volúmenes, pero
al fin lo descarté:  es fatigoso
a la hora de corregir.

Soplan nuevos vientos
entre las palabras, ellas se llevan
bien con el viento; como el benteveo.

El viento es aire en movimiento,
como las palabras que se lleva
y las que rechaza, que no son pocas.

No llevo la cuenta:  tengo tantas
hormonas que no necesito contar
palabras.

A la hora de ahorrar, prefiero ahorrar
palabras. Las hormonas no cuentan.

No, ya no cuento con palabras
al escribir un poema incalculable
de aire.

El aire está enviciado.

Es más, ahora escribo poco
para no enviciarme.

You don’t know…

(José Luis Greco)

Se ha escrito mucho sobre el amor,
sus distintas formas, prestaciones y 
presentaciones conocidas, su relación 
con el conocimiento y la naturaleza 
de las distintas vías y desvíos que puede
adoptar este sentimiento humano.

Hay bastante material acumulado
sobre el amor en distintos formatos:
canciones, novelas, ensayos, teorías
y  poemas de amor.

También se ha escrito sobre
la producción de conocimiento,
el amor al conocimiento
y la producción teórica de amor:
Hay bastante material acumulado.

Conocemos diversas expresiones
del amor que pueden describirse
a través de la Historia acumulada.

También se ha escrito sobre
la acumulación, un material que
que se incrementa con el tiempo.

II
Acumular es humano,
tanto como amar, o quizás más.
Hay tanto material teórico
acumulado como experiencias
amatorias, o más.

Todos acumulamos 
distintas experiencias de lo que 
creemos que es el amor, o bien,
sospechamos que pudo haber sido.

¿Quién sabe qué es el verdadero amor,
suponiendo que hubiera alguno, entre
tantos, que merezca ese adjetivo?


III
En otros tiempos, el amor a la música,
me llevó a acumular cassettes, y acopiar 
versiones de algunos temas preferidos.

Supe grabar un cassette monotemático:
hora y media con distintas versiones
de “You don’t know what love is”,
un standard de jazz que tocaban todos
y que, no sé por qué, me impactaba
particularmente:  Tu no sabes lo que
es el amor.

Amaba ese tema:  Sólo el amor puede
hacer que alguien dedique tanto tiempo
y empeño a la obsesión minuciosa de
recopilar todo ese material en un
objeto único, como el amor.

El amor y el objeto:  quién sabe dónde
andará ese cassette… Ya no tengo
ni donde escucharlo, si lo encontrara,
pero recuerdo las versiones de Sonny
Rollins, Coltrane y, sobre todo la de
Archie Shepp, donde el saxo adquiere
una dimensión casi sobrenatural…

¿Es algo natural el amor?
No lo sabemos.
Tu no sabes lo que es el amor,
yo tampoco, quien sabe
nadie lo sepa…

¿Sabrán los otros animales?


IV
Dos cosas sabemos:
El amor es una pasión
y el amor lo justifica todo.

La pasión no es justa ni injusta;
es ciega, como la justicia.
Las pasiones mueven a los hombres
a hacer grandes cosas, y no menores
despropósitos.

Pero una vida sin pasión
no es plena ni vale la pena,
se reduce a una continuidad biológica,
repetición de funciones y ciclos
que pasan sin pena ni gloria.

Es necesario amar algo
para apiadarse de todo, 
escribía un filósofo apasionado.

La pasión lleva al exceso:
Lo único que importa son nuestras
pasiones, sólo lo excesivo puede ser
bueno. Reflexionaba el Marqués, que
entre sus excesos cotidianos, escribía.

Escribir es un acto de fe, y la fe es
una pasión. No se puede escribir sin
pasión  (aunque no hace falta creer
en nada para hacerlo: hay quien se 
apasiona con su propio escepticismo)

Pero no todo es amor, ni todo es amable:
“Hay que amar lo que es digno de ser 
amado y odiar lo que es odioso, pero hace
falta buen criterio para distinguir lo uno
de lo otro” Robert Frost.


V
El amor, un tema recurrente
en canciones y poemas de amor.

Odio los poemas de amor,
aunque del amor al odio hay un paso.
Paso y quiero:  Uno debe saber lo que 
quiere, para poder desearlo, obtenerlo
o amarlo  (en ese orden o cualquier
otro)

Nadie nace sabiendo, ni nace amando,
nadie ama nacer ni nadie nace por
amor:  Se nace por reproducción, una
función biológica que puede prescindir
perfectamente del amor.

El amor no se reproduce, a lo sumo
podemos sospechar que hubo amor entre
quienes hicieron que naciéramos.
En todo caso, un amor preexistente
que no nos incluía:  No es posible amar
lo que no existe, si es que el amor existe
-Lacán tenía reparos-

Nacemos por acción u omisión ajena,
obligados a nacer: Nadie nace sabiendo,
ni amando, ni sabiendo amar, ni sabiendo
qué es el amor  (luego conoceremos
algunas de sus formas, u otras, o incluso
ninguna)


VI
El amor:  ¿Qué sabemos del amor?
¿es necesario saber?
¿hace falta conocer para amar?
¿existe el amor al conocimiento?
¿el amor a lo desconocido?
¿y el amor a primera vista?
¿y los ciegos? ¿aman olores y sonidos?
¿cuántos sentidos conoce el amor?
¿es ciego?
¿cuántas clases de amor conocemos
y cuántas estamos dispuestos a conocer?
¿cuántos hacen falta para una relación
amorosa?
¿Hay un amor verdadero, auténtico
y genuino?
¿el amor real, es sólo el que se realiza?
¿la aventura amorosa, es amor o es otra cosa?
¿Hay un amor a la rutina, a lo seguro, a la
repetición?  ¿amor a las tradiciones?
¿a las contradicciones?
¿Hay un tiempo, para el amor, aunque
siempre se pueda hablar de amor
como pasatiempo?
¿Cambian los objetos de amor
con el tiempo?
¿Cambia el discurso del amor, en función
del tiempo?  ¿Cambian las formas?
¿Amar es depender? 
¿Existe un amor libre?
¿Hay un amor incondicional?
¿Puede haber amor sincero?
¿Hay un grado cero del amor?

(En el tenis, el cero es love)


VII
Pero no todo es amor: está el odio,
al parecer más antiguo, y otros
sentimientos más o menos subalternos,
como la envidia, la lujuria, el desenfreno,
la desazón, etc.  
Hay un amplio espectro de emociones,
desde el desdén hasta el hastío…


You don’t know…

No, ninguno sabe qué es el amor, 
sólo que somos pocos los que reconocemos
y asumimos…

Parto de cero (love), asumo mi ignorancia
y además me reconozco lento para aprender
a incorporar conocimiento:

“Los amantes de la velocidad, no son nunca
buenos amantes”

Puedo disimular la falta con citas, se ha escrito
mucho sobre el amor… 
Pero no voy a extenderme, aunque reconozco
que citar excita:  cualquiera puede excitarse
sin necesidad del amor.  Basta un buen estímulo.


VIII
El amor, por lo que sabemos, tiene una carga
de subjetividad insoslayable, difícil de precisar.

No hace falta saber latín, ni es preciso saber
mucho para acordar que, si hay un amor sincero,
indeclinable e incondicional, es el amor a la
divisa, o a la camiseta para ser más preciso.

Pero como todo lo subjetivo, admite lecturas
e interpretaciones diversas:

Recuerdo haber intervenido en una discusión
virtual del ámbito deportivo, sobre cierto
jugador al que denostaban y criticaban con
pasión y sin compasión por sus flojas
actuaciones. Entre otras cosas, le endilgaban
no sentir la camiseta, mostrar displicencia,
intermitencia, falta de entrega y compromiso:
No daba todo lo que se esperaba que diera,
no lo entregaba todo…

Mi interpretación fue otra:  El hombre (todo
jugador es, además y antes que nada un hombre)
actúa a conciencia, y sus falsas apariciones
y rendimientos dudosos, no hacen sino expresar
un sentimiento profundo hacia el club, lo que
se dice, un acto de amor.

El es lo suficientemente conciente, y sabe bien
que en nuestro equipo, el jugador que logra 
destacarse y brilla durante cuatro partidos, tiene
un destino seguro:  acaba afuera, vendido al
extranjero para aliviar las deudas y que nuestros
dirigentes puedan exhibir un balance menos
deshonroso.

Sabe, en fin, que si mostrara todo su potencial
tendría los días contados en el club, y sus
empleadores estarían contando dólares.

Pero el amor vence. 
Y el amor es así…
¿Quién dijo que hay que entregar
todo siempre?
Si nuestro hombre lo hubiera hecho,
ya estaría vistiendo otra camiseta
y siendo, a su vez, codiciado por
otros aún más poderosos…


IX
El amor, en fin, no es sólo entrega,
sacrificio, pasión y compromiso. 
También es una cuestión de poder,
y de saber:  saber cuando y donde
y cuanto entregar.

No sé, tiendo a creer que mi interpretación
no fue tanto una defensa del jugador
como una defensa del amor…

Ese amor que muchas veces nos resulta 
extraño, ajeno, esquivo, por no entender,
no apreciar o no saber interpretarlo.

You don’t know:  tu no sabes
lo que es el amor, ellos tampoco,
ni nosotros.  ¿Yo?

Yo seguiré buscando mi cassette
TDK de 90’
aunque no pueda escucharlo.