(Horacio Ruminal) Hay aves mitológicas, aves de rapiña, aves mensajeras, aves agoreras o pájaros de mal agüero; hay aves carroñeras -comen cadáveres, como nosotros- , y aves consideradas sagradas por algunas culturas antiguas. (Las aves son más antiguas que nosotros, y parecen descender de dinosaurios) Hay aves de corral, aves sacrificiales, aves sacrificables y otras aves que no producen utilidad. Hay aves con oficios, como el hornero, el cardenal, el pájaro carpintero, el tordo overo, el cigüeñal o el buitre almizclero. Cantar no es un oficio, y no todas las aves cantan: Hay aves que cantan a coro, otras cantan solas y otras callan. (También las hay, que no conociendo la propiedad del canto, se limitan a imitar cantos ajenos) Hay distintos cantos, más y menos elaborados y diferenciados: Algunos de apenas dos o tres notas, otros, más ambiciosos, desarrollan melodías más complejas. Y están los que abrevan en una sola nota, que aunque se empeñen y ensayen resulta un canto bastante monótono. Hay aves que nos subyugan con su canto, como el jilguero, el ruiseñor, o el cabecita negra. Algunos poetas, se inspiran en cantos de volátiles para su producción versátil, puede ser un mirlo, un ruiseñor, un cuervo, un papemor. Hay aves que parecen hablar, pero sus sonidos no pertenecen a nuestros abecedarios. Hay, también, las que hablan, pero por lo general no saben lo que dicen, como suele ocurrir entre nosotros. Hay aves que cantan sin motivo, sospechamos; otras lo hacen por motivos que desconocemos, como nosotros. Y están las aves de paso: a veces pasan, a veces no (es tedioso sentarse a esperar que pasen) Hay aves hábiles, como el hornero, que con gran trabajo y una técnica envidiable, construyen nidos seguros y perfectos. Otras, más inteligentes y astutas, los usurpan. La usurpación, el saqueo, la apropiación son recursos evolutivos: Empezamos a escribir con plumas de ánsar. De las distintas aves, sabemos apreciar su canto, su vuelo, su plumaje o su carne. Ensayando una clasificación elemental y provisoria, se puede aventurar: Hay aves mitológicas, exóticas, extintas, aves de paso y aves de presa o de rapiña, aves de cetrería y aves de compañía, como el loro -puede estar en la cocina y sostener una conversación mientras cocinamos una pechuga- Hay aves carroñeras, aves canoras, repetidoras, adiestrables, compañeras y parrilleras.
Archivos Mensuales: agosto 2021
Hay brótola
(Amílcar Ámbanos) ¿Me entero ahora? La incompletud de todo es siempre transitoria respecto de cualquiera de las partes en conflicto. Noto el alboroto de la brótola. Noto y anoto, los desbordes naturales precipitan el paso de un estado a otro. La singladura del fluído puede vacilar en tiempo y forma, el desertor más avezado puede hesitar ante una hez, en esta cita o descubrir el goce de la fe elevándose en la oración armada de armonía. Hay que volver a creer: Esta fe me hizo ver lo verosímil y su música impertérrita y anómala. Creo en coros y croares, creo en la multiplicación de los penes, en la eneúpla, y en los nuevos diseños de los planes divinos. no me erizo ante los números hostiles no me inclino ante los múltiplos de uno y sus púlpitos, tan diminutivos como inhóspitos. Ultimo los enseres de la serialidad ontológica para asumir el ritmo de lo posible: ser es creer, me dijo un ex creyente: ser es poder concomitar con todos los gerundios. Un dios plural, transcurre y desaprueba al pasar de uno a otro pecado sin gozar ni fracasar. La brótola no se alborota por un desliz ni se apichona ante el brote de un poema abortable. A pecar se aprende pecando, decía un aprendiz avanzado. Noto y anoto: hay un amor que brota ignoto, innato, errátil, está ahí, en los cuerpos sutiles, en lo sutil del ente, en la enténte, en lo inconsútil emanándose, en lo brotátil y lo eréctil. Esos esbozos embozados que preceden a la voz, en la tibieza líquida del verbo uterino y sus formas interinas. En la simbiosis del fermento amniótico, antes de las primeras tejas del tejido bursátil y los albores de todos los valores. Hay un amor innato, abovedado, intrínseco que brota en las mucosas superiores del deseo irretráctil y versátil. No hay datos pero hay dátiles.
El perdón divino
(Tomás Lovano) -He pecado en vano, Padre. -No debes vanagloriarte, hijo. Nadie es quien para juzgar la vanidad de nuestros actos y pensamientos, salvo El, que todo lo sabe y todo lo perdona. -Ahora peco poco, pero supe pecar en forma recurrente en mis buenos tiempos… -La compulsión, la repetición y la compulsión a la repetición son parte de nuestra naturaleza. Nuestro Creador lo dispuso así, y es poco lo que podemos hacer… Pero su Amor infinito nos perdona todo -Perdón, Padre...¿Y porqué perdona tanto? ¿No sería más justo que..? -No preguntes lo que no debes, hijo. El es fuente de toda razón y justicia: Menos averigua Dios y perdona. -Perdón, Padre...
Signos positivos
(Ester Miño) Disponemos de nuevos dispositivos y aplicaciones, para incrementar nuestra disponibilidad y disfrutar a disposición de las nuevas imposturas que se imponen y marcan tendencia. Hay que distenderse, desentenderse y dejar que fluya, que fluyan efluentes, venenos, agrotóxicos: la contaminación es inversión (este enunciado puede invertirse) Arúspices, creyentes, auspiciantes y contribuyentes del círculo áulico de la economía, madre de todas las ciencias, apuestan a futuro: Se esperan nuevas generaciones de generadores, capaces de generar todas las oportunidades necesarias, para un desarrollo sustentable con crecimiento indefinido, en un marco de equidad e igualdad de oportunidades para todos los sectores del oportunismo. Estamos ante un ciclo de nuevos desafíos, pero hay signos positivos. II Hay signos: Hay verificadores, detectores y algoritmos de última generación. Hay lectores, colectores, recolectores y recicladores urbanos. Hay servidores, facilitadores, obtentores y objetores de conciencia (la conciencia es un estado transitorio de la materia; ningún estado prospera limitando a la iniciativa privada: La conciencia es algo que merece ser superado) Contamos con recursos. Las oportunidades esperan; según estimaciones de fuentes oficiosas los indicadores son auspiciosos: la economía vuelve a creer en sí misma, replicando el éxito del modelo circular a niveles escalables, y vuelve a crecer a valores aceptables. Hay consenso entre los operadores, en que es posible mantener los márgenes de aceptación que garantizarían el éxito de la repetición inteligente. Según algunas fuentes, que no han podido aún ser confirmadas, estaríamos en presencia de un significativo aumento de la vocación inútil.
El precio justo
(Ricardo Mansoler) Deudas dudosas y dudas que se heredan. La doble d de deudos y dudosos acreedores se enreda en esa voz compuesta que produce: el sujeto. El sujeto dudoso y dividido, individuo genérico de una especie egoísta, invasora y oportunista. El sujeto goza de su condición binaria: emisor y receptor, deudor y acreedor, activo y pasivo, según convenga a su metabolismo de sujeto. Todos somos dadores y receptores. ¿Nos debemos una explicación? ¿A quién pedir? ¿Está bien pedir? -Depende, es mejor dar. ¿Está bien dar? -Depende del objeto: Hay quien da para recibir, en ese caso justifica, es útil (los bancos, organismos de crédito, prestamistas, usureros y amantes) Hay un fin, responde a la lógica económica. Dar por dar, sin contraprestación, es tan ocioso como improductivo. No genera nada, no produce utilidad ni crea riqueza. El altruísmo es un anacronismo, un atavismo, un desvío del mandato evolutivo. La teoría del gen altruísta, fracasó. No pudo ser verificada, y el joven Price pagó su precio. Se aceptó que era lo contrario: el supuesto altruísmo que entusiasmó al joven químico con su ecuación brillante, enmascaraba al gen egoísta, que se impuso, como siempre. La ciencia no pudo verificar el gen altruísta, ni quiso, y el joven Precio perdió su empleo, su familia, su casa y después de deshacerse de sus pocas pertenencias en favor de aquellos que carecían de todo, terminó en la calle, con ellos, y abrazó la fe católica, que siempre había rechazado como cualquier científico que se precie, en busca del gen altruísta: George Price o Jorge Precio.., un científico egoísta que apostó al altruísmo, tal vez siga buscando aquel extraño gen, después de suicidado, entre ángeles, arcángeles, querubines y acaso un ser afín...
El poema vacilante
(Asensio Escalante) Quién vacila no está muerto escribió un poeta, poco antes de que su condición vital comenzara a vacilar. Nadie estima al que vacila, vacilar, no es un verbo popular -aunque todos lo conocemos y practicamos- Hay que tener valor para vacilar en un mundo que desprecia al vacilante, condenándolo a vacilar sin término. ¿Hay que tener valor? Yo vacilaría: el valor socialmente asignado al ejercicio de la vacilación es casi nulo… Creo que vacilaría, pero no sé.., una respuesta vacilante no satisface a casi nadie, y todo el que escribe busca satisfacer a alguien, cuanto más no sea a sí mismo. II El poeta puede vacilar, volver a vacilar… Es hasta forzoso que vacile repetidas veces, para evitar que el verbo inadecuado, el adjetivo que zozobra (o incluso, sobra) o un verso vacilante hagan naufragar al poema. Todos los poetas vacilan, aunque ninguno lo confiese (hay otras prácticas inconfesables) Todos vacilan, salvo aquellos que practican la escritura automática, una opción que quedó en el olvido por sus productos ambiguos y resultados vacilantes. III El poema vacilante, no goza de reconocimiento del lector avezado ni de la aceptación del lector avanzado, del lector promedio, el ocasional ni del lector accidental, que se encuentra por azar ante el poema, y vacila. Todo buen poema contiene un volumen de vacilación, una cantidad incierta de tiempo vacilado que nadie, ni su emisor registra, sin la cual el poema no sería el que es, o lo que es, según sea el caso. Aquí hay que detenerse: Se debe establecer con claridad la diferencia entre ambas condiciones. Una cosa, es la vacilación insumida en la manufactura del poema, y muy otra aquel poema que recibe el adjetivo “vacilante”. El poema vacilante, suele crear tensiones, situaciones, emociones y sentidos que no resuelven: un movimiento vano y azaroso, una emisión que no llega a destino. Precisamente, lo que mueve al poeta a vacilar mientras construye su poema, es el deseo de arbitrar los medios para evitar agregar al mundo otro objeto vacilante: Hay tantos… IV El poema, debe percibirse como un organismo vivo, único e irrepetible y comportarse como tal, suscitando atracciones y rechazos: No se puede atraer a todo el mundo, ni cosechar un rechazo unánime, como no se puede amar a todo el mundo ni complacer a todos ni odiarlos por igual. Hay opiniones divididas entre lo que es o debería ser un poema, no hay una definición definitiva y taxativa todavía: Se vacila… La diversidad es constitutiva de los organismos vivos; no hay un único sentido ni una sola dirección, aunque sólo hay una vida: No está muerto quien vacila.
El círculo cerrado
(Onésimo Evans) Ningún círculo es perfecto pero es bello concebir que circulamos en armonía cósmica, que las ideas circulan libremente y todo es parte de un circuito superior que tiene a la perfección como fin último, mientras confiamos en palabras que circulan, redondeando nuevas ideas, más o menos bellas o felices, y observamos leyes, cuadraturas, órbitas y obras humanas que circulan con mayor o menor fortuna. En un círculo vicioso nada es azaroso. El movimiento uniforme y el sentido único garantizan el éxito: un viaje seguro, no es preciso cobrar conciencia ni pagar peaje. (este pasaje puede ser reproducido, es de libre circulación) II El éxito de la repetición redunda en la proliferación de bellas imágenes y nociones de apariencia novedosa, que tributan a modelos circulares: Círculo cerrado, radio de acción, altas esferas, redes neuronales que conectan círculos circunvecinos con metáforas simétricas que se reconocen entre sí, redondas y perfectas: Economía circular, no hay desperdicio, todo se recicla en el círculo vicioso. Ningún círculo es perfecto, pero todas las disciplinas que circulan le asignan un lugar central, un valor axial en la evolución del conocimiento. Entre las figuras geométricas conocidas, es, sin duda, la más perfecta y útil: Permite extraer una información casi infinita (el movimiento circular nos ayuda a concebir la noción de infinito) El tiempo circular, los ciclos que suceden, especies que perecen y perimen en el marco del perímetro evolutivo. Todo circula, no hay vida sin circulación. III Salgo a circular, doy un rodeo. Giro, miro a la redonda: ningún merodeador alrededor rondando, excepto yo, observador imaginario en el centro del poema circular que se reinicia, en virtud de sus materiales reciclables. Salgo a calibrar y vuelvo, corroboro: Lo importante es circular, el sentido es indistinto, todo vuelve: Ningún círculo es perfecto (el círculo cerrado es un pleonasmo)
El genio y la paciencia
(Carlos Inquilino)
No pude con mi genio,
una presencia atosigante,
incómoda, invasiva. Siempre
fatigándome, interviniendo
mis decisiones poéticas,
observándome escribir,
controlando mis impulsos
autóctonos, reemplazando y
anulando los excesos naturales
del poema, para dar forma a otros
sentidos psudopódicos: un texto extraño,
donde casi no podía reconocerme.
No pude con mi genio,
bastaba que escribiera una palabra
para que la sacara de contexto.
No podía: era él o yo
¿Quién oyó?
Hubiera escrito él con esta mano.
Eugenio se llamaba, decía haber
habitado el alma de un poeta
olvidado.
Durante años lo soporté
con resignación, por una cuestión
de convivencia: Detesto la violencia.
Pero la paciencia se agota, como la
inspiración y la memoria.
Lo recuerdo todavía:
inclinado sobre mi,
a mi siniestra, dispuesto a doblegar
mi voluntad -por cierto débil,
reconozco- terciando en el precipitado
del poema para obtener el suyo:
Un fluído espeso de palabras en tensión,
una retórica retorcida, soporte de ideas
vacilantes, que se abrían a la oscuridad
de los sentidos, para disolverse luego
en una espuma espúrea, más oscura
que una aspiración humana.
Textura disolvente, tránsito lento,
un poema espasmódico
que rechazaba toda mampostería
sin seguir ningún patrón semántico.
Tan geniales que nadie entendía
ni leía, salvo yo, obligado
a leerme.
No pude con mi genio:
Me cansé y se lo eché
a los perros.
(Debe andar por ahí: no tengo
perro y mis gatos son selectivos,
no comen cualquier cosa)
Un poema de aire
(Epifanio Weber) Yo tengo tantas hormonas que no las puedo contar solía escribir con su dedo gordo en el aire un portador sano. El aire no engorda como el ojo del amo, pero está infestada de aspiraciones truncas. El aire es buen conductor pero está lleno de ventosidades. Escribir en el aire minimiza los riesgos del poema: a las palabras, como sabemos, se las lleva el viento, gracias a la sabiduría popular. Hay feromonas, serotonina, adrenalina, dopamina y alguna otra que se me escapa por la falta de esa hormona que ahora no recuerdo. ¡Cantemos a las hormonas, a la producción de hormonas libres y a la liberación de las fuerzas productivas! Yo tengo tantas hormonas que no las puedo contar, solía escribir con su dedo gordo en el aire un portador sano, un servidor asintomático a ultranza. Escribir en el aire es una decisión de baja calidad leí en un instructivo de liderazgo, autoayuda y superación permanente. Yo probé escribir en el aire, tengo varios volúmenes, pero al fin lo descarté: es fatigoso a la hora de corregir. Soplan nuevos vientos entre las palabras, ellas se llevan bien con el viento; como el benteveo. El viento es aire en movimiento, como las palabras que se lleva y las que rechaza, que no son pocas. No llevo la cuenta: tengo tantas hormonas que no necesito contar palabras. A la hora de ahorrar, prefiero ahorrar palabras. Las hormonas no cuentan. No, ya no cuento con palabras al escribir un poema incalculable de aire. El aire está enviciado. Es más, ahora escribo poco para no enviciarme.
You don’t know…
(José Luis Greco) Se ha escrito mucho sobre el amor, sus distintas formas, prestaciones y presentaciones conocidas, su relación con el conocimiento y la naturaleza de las distintas vías y desvíos que puede adoptar este sentimiento humano. Hay bastante material acumulado sobre el amor en distintos formatos: canciones, novelas, ensayos, teorías y poemas de amor. También se ha escrito sobre la producción de conocimiento, el amor al conocimiento y la producción teórica de amor: Hay bastante material acumulado. Conocemos diversas expresiones del amor que pueden describirse a través de la Historia acumulada. También se ha escrito sobre la acumulación, un material que que se incrementa con el tiempo. II Acumular es humano, tanto como amar, o quizás más. Hay tanto material teórico acumulado como experiencias amatorias, o más. Todos acumulamos distintas experiencias de lo que creemos que es el amor, o bien, sospechamos que pudo haber sido. ¿Quién sabe qué es el verdadero amor, suponiendo que hubiera alguno, entre tantos, que merezca ese adjetivo? III En otros tiempos, el amor a la música, me llevó a acumular cassettes, y acopiar versiones de algunos temas preferidos. Supe grabar un cassette monotemático: hora y media con distintas versiones de “You don’t know what love is”, un standard de jazz que tocaban todos y que, no sé por qué, me impactaba particularmente: Tu no sabes lo que es el amor. Amaba ese tema: Sólo el amor puede hacer que alguien dedique tanto tiempo y empeño a la obsesión minuciosa de recopilar todo ese material en un objeto único, como el amor. El amor y el objeto: quién sabe dónde andará ese cassette… Ya no tengo ni donde escucharlo, si lo encontrara, pero recuerdo las versiones de Sonny Rollins, Coltrane y, sobre todo la de Archie Shepp, donde el saxo adquiere una dimensión casi sobrenatural… ¿Es algo natural el amor? No lo sabemos. Tu no sabes lo que es el amor, yo tampoco, quien sabe nadie lo sepa… ¿Sabrán los otros animales? IV Dos cosas sabemos: El amor es una pasión y el amor lo justifica todo. La pasión no es justa ni injusta; es ciega, como la justicia. Las pasiones mueven a los hombres a hacer grandes cosas, y no menores despropósitos. Pero una vida sin pasión no es plena ni vale la pena, se reduce a una continuidad biológica, repetición de funciones y ciclos que pasan sin pena ni gloria. Es necesario amar algo para apiadarse de todo, escribía un filósofo apasionado. La pasión lleva al exceso: Lo único que importa son nuestras pasiones, sólo lo excesivo puede ser bueno. Reflexionaba el Marqués, que entre sus excesos cotidianos, escribía. Escribir es un acto de fe, y la fe es una pasión. No se puede escribir sin pasión (aunque no hace falta creer en nada para hacerlo: hay quien se apasiona con su propio escepticismo) Pero no todo es amor, ni todo es amable: “Hay que amar lo que es digno de ser amado y odiar lo que es odioso, pero hace falta buen criterio para distinguir lo uno de lo otro” Robert Frost. V El amor, un tema recurrente en canciones y poemas de amor. Odio los poemas de amor, aunque del amor al odio hay un paso. Paso y quiero: Uno debe saber lo que quiere, para poder desearlo, obtenerlo o amarlo (en ese orden o cualquier otro) Nadie nace sabiendo, ni nace amando, nadie ama nacer ni nadie nace por amor: Se nace por reproducción, una función biológica que puede prescindir perfectamente del amor. El amor no se reproduce, a lo sumo podemos sospechar que hubo amor entre quienes hicieron que naciéramos. En todo caso, un amor preexistente que no nos incluía: No es posible amar lo que no existe, si es que el amor existe -Lacán tenía reparos- Nacemos por acción u omisión ajena, obligados a nacer: Nadie nace sabiendo, ni amando, ni sabiendo amar, ni sabiendo qué es el amor (luego conoceremos algunas de sus formas, u otras, o incluso ninguna) VI El amor: ¿Qué sabemos del amor? ¿es necesario saber? ¿hace falta conocer para amar? ¿existe el amor al conocimiento? ¿el amor a lo desconocido? ¿y el amor a primera vista? ¿y los ciegos? ¿aman olores y sonidos? ¿cuántos sentidos conoce el amor? ¿es ciego? ¿cuántas clases de amor conocemos y cuántas estamos dispuestos a conocer? ¿cuántos hacen falta para una relación amorosa? ¿Hay un amor verdadero, auténtico y genuino? ¿el amor real, es sólo el que se realiza? ¿la aventura amorosa, es amor o es otra cosa? ¿Hay un amor a la rutina, a lo seguro, a la repetición? ¿amor a las tradiciones? ¿a las contradicciones? ¿Hay un tiempo, para el amor, aunque siempre se pueda hablar de amor como pasatiempo? ¿Cambian los objetos de amor con el tiempo? ¿Cambia el discurso del amor, en función del tiempo? ¿Cambian las formas? ¿Amar es depender? ¿Existe un amor libre? ¿Hay un amor incondicional? ¿Puede haber amor sincero? ¿Hay un grado cero del amor? (En el tenis, el cero es love) VII Pero no todo es amor: está el odio, al parecer más antiguo, y otros sentimientos más o menos subalternos, como la envidia, la lujuria, el desenfreno, la desazón, etc. Hay un amplio espectro de emociones, desde el desdén hasta el hastío… You don’t know… No, ninguno sabe qué es el amor, sólo que somos pocos los que reconocemos y asumimos… Parto de cero (love), asumo mi ignorancia y además me reconozco lento para aprender a incorporar conocimiento: “Los amantes de la velocidad, no son nunca buenos amantes” Puedo disimular la falta con citas, se ha escrito mucho sobre el amor… Pero no voy a extenderme, aunque reconozco que citar excita: cualquiera puede excitarse sin necesidad del amor. Basta un buen estímulo. VIII El amor, por lo que sabemos, tiene una carga de subjetividad insoslayable, difícil de precisar. No hace falta saber latín, ni es preciso saber mucho para acordar que, si hay un amor sincero, indeclinable e incondicional, es el amor a la divisa, o a la camiseta para ser más preciso. Pero como todo lo subjetivo, admite lecturas e interpretaciones diversas: Recuerdo haber intervenido en una discusión virtual del ámbito deportivo, sobre cierto jugador al que denostaban y criticaban con pasión y sin compasión por sus flojas actuaciones. Entre otras cosas, le endilgaban no sentir la camiseta, mostrar displicencia, intermitencia, falta de entrega y compromiso: No daba todo lo que se esperaba que diera, no lo entregaba todo… Mi interpretación fue otra: El hombre (todo jugador es, además y antes que nada un hombre) actúa a conciencia, y sus falsas apariciones y rendimientos dudosos, no hacen sino expresar un sentimiento profundo hacia el club, lo que se dice, un acto de amor. El es lo suficientemente conciente, y sabe bien que en nuestro equipo, el jugador que logra destacarse y brilla durante cuatro partidos, tiene un destino seguro: acaba afuera, vendido al extranjero para aliviar las deudas y que nuestros dirigentes puedan exhibir un balance menos deshonroso. Sabe, en fin, que si mostrara todo su potencial tendría los días contados en el club, y sus empleadores estarían contando dólares. Pero el amor vence. Y el amor es así… ¿Quién dijo que hay que entregar todo siempre? Si nuestro hombre lo hubiera hecho, ya estaría vistiendo otra camiseta y siendo, a su vez, codiciado por otros aún más poderosos… IX El amor, en fin, no es sólo entrega, sacrificio, pasión y compromiso. También es una cuestión de poder, y de saber: saber cuando y donde y cuanto entregar. No sé, tiendo a creer que mi interpretación no fue tanto una defensa del jugador como una defensa del amor… Ese amor que muchas veces nos resulta extraño, ajeno, esquivo, por no entender, no apreciar o no saber interpretarlo. You don’t know: tu no sabes lo que es el amor, ellos tampoco, ni nosotros. ¿Yo? Yo seguiré buscando mi cassette TDK de 90’ aunque no pueda escucharlo.