Ángeles





(Aquino Lamas)


Nunca me bajés la guardia,
me dijo el ángel de la guardia.

No recuerdo haberla bajado nunca,
tampoco haberla subido.

No sé cómo interpretarlo, no son
de hablar mucho los ángeles
y menos el de la guardia.

Debe estar ocupado, no volvió 
a dirigirme la palabra:  se fue
a su guarida y no lo volví a ver.

La guardia es un servicio esencial,
un ángel no abandona su puesto
bajo ninguna circunstancia:

Altibajos y vacilaciones 
son debilidades exclusivas 
de la condición humana.

Poema solidario

(Dudamel Rambler)


Este poema podría contener información
falsa, advierte el servicio de verificadores
independientes en su lucha inclaudicable
y encomiable en defensa de la verdad.

Ante tanta información dudosa, sino sesgada,
y el crecimiento sostenido del engaño mal
intencionado, bajo todo tipo de formas y
estilos retóricos, es más que necesario
que alguien nos defienda, o al menos
defienda la verdad.

Este poema se solidariza con la lucha de estos
seres abnegados y con la búsqueda de la verdad
e incluso con su defensa.

Como muestra de buena voluntad, en tal sentido
se decide suprimir toda información que pudiera
ser percibida como falsa o tachada de dudosa.
Es decir:  se reconoce libre de toda contaminación
informativa.

Se informa:  este poema no tiene nada que informar
(y si lo tuviera, no lo haría aquí, por propia decisión:
la solidaridad con la verdad, es una de las pocas 
cosas que no estamos dispuestos a negociar)

Se hace saber al lector indefenso, ocasional, incauto
y ávido de información verdadera o fidedigna:

Este poema no contiene ningún tipo de información,
es pura forma, sin contenido por ahora.

Para obtener mayor información  -falsa o verdadera-
debería orientar su búsqueda en otra dirección, hay
muchas.

En lo posible, sería mejor ahorrar tiempo 
y no leer este poema.

And then

(Senecio Loserman)


Estaba distraído en mis cosas
cuando pasó el tren.  Tal vez
no vuelva a pasar.

Y bueno, cosas que pasan
-me resigné-
ya me pasó otras veces.

Hay tantos que esperan toda la
vida algo que no llega nunca…
-y a veces, ni siquiera pasa-

Éste, al menos pasó, tengo esa
certeza:  al menos puedo decir
que lo vi pasar, otros ni eso…

Hay que resignarse y no bajar los
brazos.  O sí, es cansador no bajar
los brazos:  ya me pasó otras veces.

Todos esperamos algo, algunos
esperan otra cosa…

En tren de esperar, hay que saber 
ver lo positivo:  yo puedo contar
que lo vi pasar, a diferencia de 
aquellos otros a los que nunca 
les pasa nada.

Poliamor

(Amílcar Ámbanos)


Había parado de llover, ya anochecía
cuando salí al jardín.  El viento había volteado
algunas plantas pero ahora estaba calmo, ya
parecía haber pasado todo.

Al llegar al fondo, levanté las ramas caídas con
la tormenta y tuve un diálogo con una señora
que, al otro lado del jardín se ocupaba en recoger
las alimañas que brotan con la lluvia, en una bolsa
que portaba.

No estaba seguro de conocerla, pero los vecinos
siempre cambian.  Aunque esa casa, hacía tiempo
que estaba deshabitada:  su último morador había
sido un viejo que murió hace años y dejó solo a
su gato, también viejo y enfermo, que vino a morir
con nosotros.

El diálogo fue cordial, mi atención estaba en esa
bolsa, donde se mezclaban hacinados toda clase de
bichos:  desde pequeños insectos, coleópteros,
artrópodos, arácnidos, anélidos, ciempiés, babosas
y otros que no alcanzaba a clasificar ni discernir.

Me explicó que con todo ese material hacía un
preparado que servía para abonar la tierra.

No sé cómo, pero en el curso de la conversación
amigable que entablamos, gané su confianza y
conseguí que me entregara su botín:  la bolsa que
contenía la biodiversidad de toda esa fauna 
pletórica, pegajosa y burbujeante.

Sin entender por qué había procedido así, me
encontré con otro problema:

¿Qué hacer ahora con esa bolsa llena de vida?

Algo había que hacer, y el único que podía hacerlo
era yo.  Me habrá llevado un tiempo decidirlo; no
soy un decidido y mis decisiones son de tránsito
lento.

En casa me conminaron:  Hacé lo que quieras, pero
eso acá, no.  Ya tenemos suficientes alimañas, ni se
te ocurra soltar ese bicherío en el jardín.

Más tarde, tal vez luego de descartar otras opciones,
me encontré en la calle, tranquilo, como cualquier 
transeúnte con bolsa, buscándole un destino razonable
a la mía.

La calle, es sabido, está llena de sorpresas:  -como
una caja de Pandora-  Me crucé con una novia mía;
celebramos el encuentro casual y la acompañe a su
trabajo, no muy lejos.

En el camino, encontraría un destino para toda esa
vida residual que se agitaba bajo mi mano. 

(Ella ni me preguntó por la bolsa)

Lluvia de inversores en el horizonte

(Aparicio Custom)


Invertí el horizonte, fue sencillo.
Al plegarlo
cayó una lluvia de metáforas
servidas

¿Qué es la vida, sin un horizonte?

Le pregunté a un vecino ocasional
que descendía de su metáfora:

El horizonte nunca es el mismo,
depende del observador, puede 
servir como referencia o metáfora: 

La ilusión necesita metáforas
para sobrevivir, no sé mucho más,
acabo de llegar; pero las ilusiones
son algo necesario para la vida 
de las metáforas, usuarios, observadores
e inversores de distinta calaña, me dijo
un observador imaginario calificado. 

Tal vez la vida no sea más que una ilusión;
mientras dura, armamos metáforas
que tributan a algún horizonte: hay muchos,
o ninguno. Es indiferente para la lluvia.

Ahora me tengo que ocupar de mi,
espero no haberle sido útil. 
Nadie espera eso de un vecino, ni de su metáfora.

II
Volví a desplegar mi horizonte
vacío de metáforas. Siempre que llovió paró,
verifiqué frente a mi horizonte renovado y
alivianado, con la misma fe ya desprovista
de pasión:

Las pasiones pasan como las dudas, los vecinos
y sus metáforas.

Conclusión: el horizonte existe y es perfecto,
como tu percepción y la fe en percepciones.

Las metáforas fuera de servicio languidecen
sin recobrar la altura devengada en sentido
inverso.

Luego, el apego al horizonte puede conservarse
bastante bien durante un tiempo, como la fe.

Pero la gravedad es más fuerte:
Mejor no invertir en metáforas
-hay muchas más que dudosas- 

Ante la duda
es mejor no invertir.

Dialéctica de la evolución

(Ricardo Mansoler)


La misma evolución, nos hizo adoptar
la posición vertical
y la propiedad horizontal.

Sin contradicción no hay evolución.
La libertad no es una opción posible,
no podemos rechazar la evolución.

Estamos condicionados por patrones genéticos,
leyes naturales, condiciones históricas, sistemas
económicos y leyes artificiales.

Estamos condicionados por el mandato evolutivo:
no decidimos hacia donde vamos, somos una
especie nueva, en conflicto con la naturaleza
y consigo misma, que apuesta a la expansión
y al desarrollo indefinido y a la satisfacción
excesiva, como expresión superadora de su
propio impulso evolutivo.

La evolución, es ajena a la voluntad individual,
pero desarrolla voluntades diversas y aspiraciones
encontradas: La contradicción, el conflicto, son
el alimento de la evolución.  Sin competencia
no hay desarrollo.

¿No tiene fin la evolución? No parece, y si lo
hubiera lo ignoramos. Pero sabemos que no puede
detenerse, no descansa. Nuestra historia es breve
pero intensa. Debemos aprovechar la experiencia
acumulada como especie para poder adaptarnos
a las condiciones del porvenir; quien no se adapte
no tendrá futuro (advierten las autoridades)

La propia evolución histórica, dará cuenta de los
inadaptados, suprimiendo aquellos elementos 
faltos de aptitud para adaptarse e integrarse
a las nuevas condiciones del mundo.

La contradicción: 
Sin ellos no hay contradicción
y sin ésta no hay evolución.