(Tomás Mercante) Se escribe más de lo que se lee, escribo. ¿escribí yo? Me leo: Sí, son mis caracteres, lo escribí y es posible que lo escribiera antes. Sólo que ahora tengo más argumentos, porque lo volví a escribir, aunque también lo volví a leer: Hace muchos años alguien lo escribió. No importa el autor, puedo olvidarlo y volver a escribirlo. ¿era exactamente así? No importa la literalidad, nadie busca exactitud ni precisión en un texto ocasional ni en la literatura. No importa la autoría ni la autoridad, seguro que tenía razón aunque yo no lo supiera cuando lo escribí. Me siento autorizado a reproducir la idea aunque no me pertenezca. No estoy seguro de que algo me pertenezca, tampoco lo contrario. Seguro que tenía razón. Todos podemos tener razón más allá de nuestras lecturas. Me leo: No hay otra razón para escribir. Parece razonable que se escriba de más. Se puede escribir perfectamente algo que nadie leerá. No se puede afirmar que sea un exceso
Luchemos por la vida
(Horacio Ruminal) La vida es lucha, hay consenso entrambos bandos. Nadie lo niega, no sabemos con certeza cuantos bandos hay, pero se sabe que la vida es lucha; es lo único seguro junto con la muerte (que por el contrario, no es lucha) Del resto de lo que podría ser la vida, se sabe poco. Se especula, según la suerte, el conocimiento y la experiencia de cada mortal. No se sabe qué es la vida, más allá de algunas funciones mensurables. Pero aceptamos que la vida es lucha, si algo es, y resulta natural que la lucha por la vida ocupe un buen segmento de la vida, cuando no toda. Es sabido, que en toda lucha hay ganadores y perdedores: es natural que los últimos se impongan en número. Luego, el que lucha sabe que puede perder, pero que si no lucha está perdido, como escribió un conocido luchador. II Sabemos bastante de luchas. La lucha es conflicto, confrontación, oposición: Contradicción. Incluye dos formas bastante definidas: Defensa y ataque (el orden debiera ser inverso, ya que nadie se defiende si no es atacado) Unos avanzan, otros resisten. Si la resistencia es exitosa, se puede aspirar a un contraataque: La vida es pródiga en oportunidades para el que aspira. Hay aspiraciones disponibles para todos los participantes, contendientes, contribuyentes, socios o aspirantes. III Las aspiraciones son lo más parecido a la justicia: cada cual puede tener las que crea merecer. Concretarlas, dependerá de su aptitud para la lucha. Pero ésto no desanima al luchador, por el contrario: es un estímulo, la dificultad agrega valor a la conquista. Un conquistador sano, disfruta tener que luchar por lo que aspira (luego aspira a seguir luchando) No hay contradicción que no pueda resolver la lucha: la vida es lucha. Luchemos por la vida: No hay contradicción por fuera de la vida y nadie puede aspirar al estado de reposo absoluto, aunque sabemos que vamos hacia allí. La vida es lucha, la muerte no. La lucha nos mantiene activos y es un buen pasatiempo hasta poder averiguar qué otra cosa es la vida. Si la vida es pura contradicción, es natural defender las propias contradicciones y luchar por esa causa justa.
El catador y la flagrancia
(Remigio Remington) El desacato del cateto pudo alterar el eje de la bisectriz: Ya no seré neutral, ya no seré feliz ni equidistante. Soy Beatriz, creo haber sido una buena bisectriz. Ahora nada puedo hacer: soy lo que hago, confesó en un último suspiro ante la mirada autorizada del catador desencantado, sorprendido en un desliz (Parecía estar fuera de juego, habría que observar la repetición desde otro ángulo: es muy finito, deslizó el ayudante de campo) Las autoridades de aplicación están abocadas a despejar la zona de duda y proyectar la trazabilidad de la nueva bisectriz actualizada: El conocimiento es dinámico, necesita ser actualizado a cada paso para que la evolución no se detenga. Ésto ya no es lo que era (se percató el catador desencantado y desdentado desde entonces ante tanto desacato no deseado)
Sueño con barbijo
(Abel A. Borda) Veamos, dijo mi terapeuta Qué significa el barbijo: Algo que nos protege, y sobre todo, protege al Otro: El Otro puede sentirse un poco más seguro de nuestras emisiones, y podemos cosechar empatía: Cuidar al Otro nos protege a todos. ¿Me sigue? -Hasta ahí, me pierdo entre tantos otros. Bien ¿Qué más es el barbijo? Un elemento personal, que no se comparte ni se presta. -Si quiere le presto el mío, casi no lo uso… No, gracias. Digo ¿Qué otra función tiene? -Una vez vi un video: a una mujer le exigían barbijo para entrar a un lugar, no lo tenía, pero se sacó la bombacha y se la puso como barbijo: entró. Bien, ahí entramos en tema: el deseo. ¿Usted le hubiera prestado el suyo para evitarle ese trámite? -No sé, yo soy un caballero, pero la caballerosidad tiene un límite… El ejemplo es bueno: cualquier cosa puede servir como barbijo si cumple la función, la función de ocultar algo… -Esta mujer era atractiva, no tenía nada que ocultar, para mi… Usted hubiera querido que se desnudara, ahí nomás… -Como cualquier cristiano de carne… Pero no es lo común, hay cosas que se preservan para la intimidad, y ni aún así… Nadie se muestra como es. La ropa, que también es un significante, sirve para ocultar una parte de nuestro cuerpo. Nuestra cultura está sostenida en el ocultamiento, la sugestión y el engaño… ¿Me sigue? -Hasta ahí, hubiera preferido seguirla a ella, capaz que en un descuido se podía ver algo… El ocultamiento, la prohibición, alimentan el deseo y desarrollan la fantasía: debemos imaginar ese cuerpo cuya desnudez nunca veremos. -No seamos tan negativos, concedámosle alguna oportunidad al azar… Negativo: La neurosis es el negativo de la perversión. Ahí tiene el espejo, la perversión no conoce límites, mientras que en la normalidad cultural de la neurosis nos ocultamos: cultivamos el ocultamiento del deseo. Y aquí llegamos al punto: ¿Qué es el barbijo? Una máscara, que sirve para ocultar la única parte del cuerpo que nunca cubriríamos, el rostro: el rostro del deseo (La máscara cubre todo menos los ojos, para ver el propio deseo reflejado en otros ojos) -En el sueño andábamos todos desnudos, pero con barbijo… Es perfecto, al ocultar el rostro, todos podemos mostrar los cuerpos sin ninguna vergüenza. Un grado de libertad que pocas sociedades han alcanzado, salvo las culturas primitivaas (Pero nadie quiere volver al pasado…) -No, yo paso. Habrá sido un sueño agradable… -Sí, era interesante, después lo quise retomar pero no pude… Los sueños son así, suelen prometer más de lo que dan, pero son un buen material para interpretar. -¿Qué hay que interpretar? Está claro: el barbijo es una máscara que oculta el deseo, hay deseos que prefieren ocultarse hasta en los sueños… -Sin embargo, el sueño no era indeseable, al contrario. Es más, ahora siempre duermo con barbijo: Me siento más protegido y acompañado.
La absoluta convicción
(Ricardo Mansoler) El hombre se convence, más tarde o más temprano reconoce: es bueno convencerse. Estamos convencidos: Hay que tener alguna convicción -aunque sea ésta- y saber esperar. Hay argumentos suficientes más que convincentes, para cualquier contribuyente, paciente o aspirante. Sin una convicción firme y consistente no hay mucho que esperar; conviene convencerse. II La convicción es la mejor arma para enfrentar y vencer al enemigo, que tiene su propia convicción (Primero hay que saber identificarlo, reconocerlo, o crearlo según convenga a nuestras convicciones: Las convicciones no se negocian. No conviene negociar ni conversar con el enemigo: podría convencernos) III Los vencimientos pasan, como las modas, las tendencias y los autores de moda. Los argumentos ensayados y esgrimidos pueden ser superados por otros, más consistentes. Las consistencias pasan, como los deseos y las vigencias que rigen los discursos sin una fuerte convicción que los sostenga. Los contratiempos pasan, los pasatiempos pasan. Sólo las convicciones permanecen, es lo único seguro: Estamos convencidos. IV Hay que poder reconocerse en alguna convicción y desarrollarla hasta las últimas consecuencias: Sólo hace falta estar convencido. Existen fundamentos aún más sólidos y válidos que éstos, hay que convencerse: Existen argumentos convincentes para todo, hay que elegir y decidirse, en un sentido u otro, y asumir la propia convicción. V ¿Qué puede esperar un convicto? Si algo espera o aspira, es a ser un ex-convicto, sobrevivir a la condena y saber sobreseerse, por pura convicción: Todo pasa, se padece y se goza al pasar. Las condiciones cambian con el tiempo: Sólo la convicción se mantiene: Quien posea alguna nunca estará solo (aunque su convicción sea otra) Sólo hay que convencerse, el hombre se convence. Estamos convencidos.
Material de descarte
(Ricardo Mansoler) Las cartas están echadas fechadas como flechas con sus respectivos vencimientos Todo vence El cartero ya pasó pasó de largo por tu casa y no volverá a pasar Ya nadie escribe cartas Los carteros se aburrieron de escribir sus propias cartas para mantener el empleo y optaron por reconvertirse antes de que los echaran como cartas, viejas cartas sin remitente No esperes otra carta No la habrá No abras esta carta todavía No te des por vencido aunque tu fecha de vencimiento haya caducado y hayas jugado tu última carta Siempre hay algo por descartar Nunca descartes nada del todo Nunca se sabe
La inversión del dogma
(Epifanio Weber) ¿Cuántos dogmas necesita un hombre? ¿Cuántos, para conformar un buen creyente autosuficiente? No muchos más que un perro, dijo una voz oracular que era casi un maullido. ¡Oh, my God! Viejos dogmas resisten y compiten con los nuevos emprendimientos dogmáticos. La creación es un acto de fe: Un creador sano debe creer en lo que crea, la vocación se alimenta de la fe. II La creación es un acto de fe, pero ante todo es inversión: El creador invierte tiempo y energía en un objeto. El Creador invirtió en nosotros -su rebaño- (Invirtió parte de su tiempo en crearnos, aunque tenía mucho. Invirtió energía divina, recursos e invirtió Amor: Todo eso tiene de sobra. Tampoco tenía muchas opciones para invertir entre tanta tiniebla) Agradecemos la inversión. III La inversión es un acto de fe: Invertimos todo el día para obtener la noche. La noche la invertimos en sueño y reposo para recuperar energías vitales y emprender el nuevo día. Podemos invertir: Según como hayamos invertido nuestro día, sucederá la noche. Invertimos la vida para anochecer en paz, sin tener que temer ni temblar. IV Es conocido, el caso de un emprendedor errante, que estaba en la ruina, carcomido por las deudas y a punto de claudicar y caer en el vicio y la abyección. Pero un creyente se compadeció, creyó en él: le ofreció su casa de campo, y le confió unos valores para que los trabajara, y alguna hacienda para que administrara y se entretuviera en algo útil. El emprendedor moroso supo invertir, creció su fe, y no solo canceló sus deudas sino que pudo invertir su condición deudora que tornó acreedora y reembolsó con creces la suma al creyente. Amasó una fortuna, hoy tiene inversiones diversificadas en casi todos los campos, incluso en el campo de la fe: Tiene su propia Iglesia, donde recibe a sus fieles y recoge los frutos del amor, de aquel prójimo que supo creer en él cuando nadie creía, y confió… Gracias a la fe, el otrora moroso incobrable recuperó el honor, la estima, el reconocimiento público y el crédito. Ahora es la envidia de todo inversor sano: Un ejemplo de lo que puede hacer la fe, y de como el Amor vence a la Mora. V El dogma de la inversión mantiene su vigencia indeclinable, mientras otros descaecen, pierden adeptos, seguidores y anochecen como cualquier feligrés. Invertir en dogmas, siempre resultó un buen negocio; una de las inversiones más seguras junto a la producción de armas. Hay buenos pronósticos: La inversión dogmática mantiene su ritmo y puede seguir creciendo a niveles aceptables. VI No sabemos cuántos dogmas necesita un perro; es probable que algo más que un gato, que todavía no desarrolló la capacidad de reconocer que necesita un amo. ¿Nosotros tenemos suficientes? No necesitamos una respuesta, no necesitamos más preguntas. La fe otorga todas las seguridades que pueden necesitarse, para seguir invirtiendo. Aunque colapsaran todos los dogmas estaríamos a resguardo: Sabemos, que mientras haya inversión habrá futuro. Los otros dogmas pueden caducar, no son muy relevantes y están sujetos a la evanescencia de los mercados (una buena metáfora para invertir) La inversión produce más sentidos de lo que se cree: en un sentido inverso, es tan necesario invertir como ser invertido. Debemos ser capaces de atraer las inversiones que necesitamos para seguir creyendo, hasta que sea la noche. ¡Oh, my Dog! ¡Oh, my Cat! (los gatos son criaturas crepusculares, gustan salir de noche)
El poema espasmódico
(Tomás Mercante) Eliminamos tu publicación porque el poema nos pareció espam. Si no estás de acuerdo podés enviarnos los motivos y solicitar una revisión. Pero no podemos garantizar una respuesta, nuestros verificadores están muy ocupados: Hay mucho espam expandiéndose. II El poema en cuestión “Poema Espasmódico”, cumplía todas las normas y parámetros del modelo de economía circular: Un poema reciclable, que aprovecha la utilidad residual de tanto espam que circula sin destino en todos los sentidos, para dar forma a un producto altamente sustentable, replicable y escalable que utiliza energías renovables. III Está claro, que el mayor problema de los diseños avanzados es la incomprensión: El público necesita un tiempo para incorporar la novedad. Luego, está comprobado, acaba aceptando y naturalizando cualquier cosa. IV El poema espasmódico no se resigna, sabe que tiene un futuro seguro, como su materia prima, el espam, y seguirá su curso evolutivo, expandiéndose por otras vías.
La zorra y el rosal
(Aquino Lamas) La zorra roza el sarro de la rosa y sale airosa del rosal sin azorarse como buena zorra olisquea el sarro rosado y las espinas sarmentosas: sale ilesa y rozagante como buena zorra no ahorra el arrobo del ocio devengado: su negocio azaroso a veces rinde, o roza el éxito cerril como presente cosecante al goce (Es vieja esta zorra, pero no se rinde: Sabe por zorra que el presente es azaroso y efímero como el perfume de la rosa) Ahora espera del abad su arroz
El emprendedor arrepentido
(Asensio Escalante) No me arrepiento, me repito. Podría avergonzarme pero no me arrepiento: No me arrepiento de no avergonzarme: podría avergonzarme sin arrepentirme; no me avergüenza no arrepentirme. Podría arrepentirme de no avergonzarme, pero podría arrepentirme sin avergonzarme por no haberme arrepentido. No me arrepiento de este error. Me repito, la repetición del error no es para arrepentirse. El ensayo y error -esta repetición- es la fórmula elemental de la evolución: Está probado, es sabido, las fórmulas se repiten: son para eso. No me arrepiento de esta evolución, no espero otra devolución. Repito: No me avergüenzo de repetirme: La vergüenza podría ser un error, se puede repetir. El error es parte de la cadena de valor: Sin repetición, no hay cadenas ni valores. No me arrepiento de este error. El arrepentimiento es sólo una forma de repetición, tal vez la más inútil: Podría avergonzarme, pero no me arrepiento (Alguna vez me arrepentí, fui arrepentido, pero después lo pienso ¿para qué? Y entonces me arrepiento) El valor de la palabra es tributario de la repetición, como todo valor. No soy un hombre de palabra, mucho menos uno de acción: Mis acciones están sujetas a repeticiones, como las palabras. Hacer es ensayar, errar y repetir bajo distintas formas. No espero que este ensayo sea de alguna utilidad para el ama de casa, el hombre de la calle, o algún alma errante que vacila entre pedir y dar, sin trepidar ni detenerse a observar todo lo que se puede hacer y es oportuno repetir: Hay valores y escalas, se puede descender y escalar y viceversa y duplicar la apuesta: Siempre hay oportunidad para descubrir otros valores y reproducir lo que no puede repetirse. No quisiera repetirme: No me arrepiento de este error (Puede que sea tarde para arrepentirse, pero nunca es tarde para repetirlo, ni para repetirse)