(Amílcar Ámbanos)
El merodeador estaba rodeado,
y aún sabiéndose rodeado
no se apichonó y apechugó:
Hay que saber rodearse
sin regodearse en rodeo ajeno,
y saber abandonar el centro
de atención a tiempo.
Estamos rodeados de merodeadores:
Todos somos merodeadores de
deseo ajeno, pensó con moderación
el pájaro de mal agüero.
Luego. echó un vistazo a la redonda
verificando su ángulo de fuga, para
elevarse en un solo movimiento
discreto y uniforme y salir
airoso del éxito alcanzado.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado